Hoy se cumplen 16 años de los cuatro atentados terroristas perpetrados por Al Qaeda en EU.
Los objetivos de los atentados fueron las Torres Gemelas, el Pentágono y un intento fallido contra el Capitolio de los Estados Unidos.
Fue hace 16 años, a las 8:40 de la mañana, que una de las naciones más poderosas del mundo sintió miedo e impotencia, quizá, por primera vez en su historia; pues el amanecer del 11 de septiembre de 2001 fue testigo del primer avión que impactó en una de las Torres Gemelas.
El llamado «11-S» es considerado como uno de los días más fatídicos en la nación norteamericana, pues fue en la mañana del 2001 que el grupo islámico, Al Qaeda, llevó a cabo los atentados más mortíferos en la historia de los EU. Aquel día, dos aviones atravesaron no solo las Torres Gemelas ―arrebatando la vida a casi 3 000 personas―, esa mañana, esos mismos aviones, más que una estructura metálica, atravesaron el alma, espíritu y supremacía norteamericanas.
Sin embargo, el «11-S» no solo se resume en las Torres Gemelas, pues aquella mañana del 2001 se llevaron a cabo dos ataques más: el segundo fue contra una de las fachadas del Pentágono, en Virginia, donde un tercer avión impactó; el siguiente atentado fue mediante un cuarto aeroplano que cayó en campo abierto, aunque su objetivo era el Capitolio de los Estados Unidos, en la ciudad de Washington.
Las fatídicas imágenes se esparcieron a través del mundo más rápido que las mismas llamas dentro de las Torres Gemelas; la noticia era una y solo una: EU había sido herido. El planeta estaba detenido.
La muerte de las casi 3 mil personas no podían quedar impunes, así lo pensó el entonces presidente republicano George Bush, quien ordenó un ataque armado a Afganistán con tal de atrapar a la mente detrás de los ataques, una mente a la que pronto se le dio rostro y nombre: Osama bin Laden, el cerebro de los atentados y fundador de Al Qaeda.
Las tropas norteamericanas se mantuvieron en Afganistán hasta diciembre de 2014, teniendo como objetivo la caza de Bin Laden ―quien fue abatido el 2 de mayo de 2011― y el derrocamiento del dictador Sadam Husein, cuyo mandato EU cortó de tajo en 2003.
Han pasado 16 años desde el «11-S», sin embargo, el fuego que dejaron los atentados en la nación norteamericana todavía arde, quema, duele. El gobierno, pero más importante aún, la sociedad estadounidense poco a poco recobra sus fuerzas de aquel día en el que un total de 372 nacionalidades diferentes también sufrieron, pues la sangre de las víctimas no solo era norteamericana.
Fue hace 16 años, a las 8:40 de la mañana, que Estados Unidos lloró, sufrió y miró la terrible realidad del mundo; pero también fue hace 16 años, a las 8:40 de la mañana, que las llamas del atentado terrorista también fundieron a la sociedad norteamericana en un solo sentimiento de apoyo, empatía y fortaleza como pocas veces se ha visto. Un minuto de silencio.
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