El gobierno de China censura a Winnie The Pooh por un motivo relacionado con su presidente Xi Jinping.
Aunque no es el único personaje que el gobierno ha reprobado públicamente, no se puede obviar que China censura a Winnie The Pooh como si se tratara de una figura opositora al régimen.
El gobierno chino, conocido por censurar a sus críticos como el Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo se encuentra ahora en medio de una batalla en contra de un personaje para niños que se ha vuelto una amenaza en contra del régimen dominante: así es, China censura a Winnie the Pooh.
Nacido de la pluma del escritor Alan A. Milne, Winnie The Pooh es una figura literaria que ha saltado a diversas formas del entretenimiento, primero como impreso y después, inmortalizado mundialmente por Disney, empresa que hasta ahora, sigue desarrollando las aventuras del oso de peluche a través de programas de TV.
Pero, ¿de dónde surge la censura a tan amigable figura? ¿Es Winnie the Pooh un símbolo de disidencia en China? Si bien el gobierno del país asiático no ha hecho declaraciones oficiales sobre la razón de la prohibición sobre el personaje, diferentes medios consideran que esta animadversión surge desde 2013.
Ese año, el régimen tiró abajo diversos blogs que hablaban de la posible comparación entre Winnie the Pooh y el presidente chino Xi Jinping; debido a la cercanía del congreso del partido comunista, la censura se endureció.
Pero las cosas no pararon ahí, ya que hace cuatro años el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama visitó China y en un encuentro con Xi Jinping, en un paseo, les fue tomada una foto que inmortalizó el momento, pero que hizo algo más: la imagen fue comparada enseguida con la del osito y su amigo Tigger.
El régimen chino entonces trató de prohibir que la broma se volviera viral; sin embargo, los usuarios chinos no se quedaron de brazos cruzados y hasta inventaron un segundo meme con una foto en la que Xi salía al lado del primer ministro japonés Shinzo Abe, imagen que fue comparada con una ilustración de Winnie the Pooh junto con Ígor, el célebre burro que siempre está triste y que protagoniza muchas aventuras del oso.
Es así como se explica cómo una figura infantil puede volverse un símbolo de protesta en un país con un gobierno acostumbrado a callar a las voces disidentes. Este hecho tan peculiar ha llamado la atención hasta de Qiao Mu, profesor de medios en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín quien declaró: «Históricamente, dos cosas no han sido permitidas en China: organizaciones políticas y acciones políticas. Este año ha sido añadida una tercera a la lista: hablar del presidente», aseguró al Financial Times.
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