El performance Un violador en tu camino se convirtió de manera acelerada en un himno feminista en todo el planeta, pero también fue utilizado —en un intento burdo— para denostar el movimiento, las exigencias y violencia, así como intentar ridiculizar a sus protagonistas.
El ritmo de la canción sirvió para amenizar una fiesta, para exhibir la inmadurez de cuatro futbolistas del Club América, también evidenció la falta de empatía con las miles de asesinadas en el país, peor aún, demostró que la sociedad sí está molesta por las protestas de mujeres exigiendo se respeten sus derechos básicos: no quieren morir, ser sexualizadas, agredidas, menospreciadas y silenciadas por su condición de género.
Mientras la burla persiste, tan solo en la Ciudad de México, 10 mujeres esperan justicia luego de haber sido agredidas con ácido, lo lamentable, es que en la metrópoli ni siquiera está tipificado el delito y, por si fuera poco, no existen estadísticas verídicas sobre el número de casos.
Aunque poco difundidas, las agresiones con ácido son más frecuentes de lo que podría pensarse, al año se registran cerca de mil 500 víctimas, siendo las mujeres el 80 por ciento de las afectadas, la mayoría de las veces sus victimarios eran o fueron sus parejas y el motivo, marcarlas de por vida.
Seguir pensando que el delito no existe, que se trata de un grupo de mujeres «locas, feminazis» que atentan contra las buenas conciencias y el patrimonio cultural del país, el no ser parte del problema, tal vez por no entenderlo, quizá por ignorancia o por una ilusión social que nos haga creer pisar un suelo diferente al mexicano. Sería lamentable —aunque así parece— que el pueblo (hombres y mujeres) esté verdaderamente enojado porque las mujeres exijan que no las maten, las violen o las ultrajen todos los días y en casi todos los lugares.
Por eso sorprende que en las redes sociales abunden hashtag como #MéxicoEsProVida, ¿enserio? ¿cuándo? La ideología y fe de cada mexicano son su problema, los feminicidios deberían ser de todos/las burlas, de unos cuantos/el dolor, nacional.
Seguimos esperando que hablar de violencia contra las mujeres deje de ser tendencia y se transformen políticas públicas, en debates de oficina y sobremesa que dibujen un panorama agradable para todas.
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