La policía de Italia y los forenses continúan trabajando en la Nunciatura de Roma.
Para establecer con seguridad la edad y sexo aún deben esperarse los resultados de ADN.
Hace unos días se encontraron partes de un esqueleto humano en la embajada del Vaticano en Roma por lo que se iniciaron las investigaciones pertinentes, a esto se acaba de sumar otro hallazgo: nuevos restos óseos. En esta ocasión se encontraron partes de un cráneo y una mandíbula.
Así lo dio a conocer Giovanni Arcudi, perito forense que encabeza la indagatoria que el Vaticano autorizó y para la cual facilitó el acceso a sus archivos. El nuevo hallazgo de restos óseos se dio mientras se realizaban excavaciones como parte de la investigación que realiza la policía científica de Italia en el edificio.
Cabe recordar que tras el primer hallazgo, Giuseppe Pignatone, fiscal de Roma, movilizó a policías criminalistas y forenses a esta sede del Vaticano, sin embargo, estos expertos aún no pueden dilucidar la edad, el sexo ni la fecha de muerte de quien pertenecen estos restos.
La prensa italiana ha especulado en estos días sobre el origen del esqueleto, y han señalado que podría pertenecer a Emanuela Orlandi, joven de un empleado del Vaticano que desapareció misteriosamente en 1983. Aunque algunos medios apuntan también al caso de la desaparecida Mirella Gregori, quien se extravió hace 35 años y de quien no se supo nada. En este sentido, el obispo Gianfranco Girotti descartó que los restos encontrados sean los de cualquiera de las dos mujeres referidas.
Al respecto, Arcudi externó que para poder determinar la edad y el sexo es preciso tener «los huesos largos enteros (…) y no los tenemos completamente». Razón por la cual, subrayó, es preciso esperar algunos días para que concluyan las pruebas genéticas, «si queremos tener un mínimo de seriedad, debemos esperar», sentenció el perito forense. No obstante, declaró que «la primera impresión basada en las estructuras óseas indica que se trata de una mujer de alrededor de 30 años y no de una adolescente».
Estos hallazgos se dieron en Villa Giorgina, edificio ubicado en el centro de la capital italiana, el cual fue donado en 1949 al Vaticano por un industrial de origen judío, como una muestra de agradecimiento por haber salvado a judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
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