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Habrá mayores castigos para los «agitadores».

Se implementará una base de datos para identificar a los violentos y, de esta forma, negarles el acceso a próximas manifestaciones.

La jornada de los llamados «chalecos amarillos» del sábado pasado estuvo llena de incidentes violentos, una de las razones por la cual el gobierno de Francia ha decidido implementar un plan que pretende terminar con este movimiento e inhibir más manifestaciones de este tipo.

Edouard Philippe, primer ministro de Francia, declaró que con este plan las movilizaciones no autorizadas quedarán prohibidas y advirtió que en breve se promulgará una ley con la cual subirán las sanciones contra las manifestaciones no declaradas y quienes participen en ellas. La legislación referida permitiría el incremento del equipo y armas que las autoridades de seguridad del gobierno emplean para disuadir las manifestaciones en las calles.

Según las declaraciones del ministro francés, la ley podría «ser presentada y discutida por la Asamblea nacional a inicios de febrero»; el funcionario aseveró que la propuesta legislativa es bien vista por gran parte del senado francés. Cabe recordar que Christopher Castaner, ministro francés del Interior, declaró hace un día que el gobierno no dudará en utilizar «la ultrafirmeza» para combatir la «ultraviolencia».

En este sentido, advirtió que no permitirán más episodios como los del pasado sábado y que este fin de semana implementarán un dispositivo de seguridad «considerable» para que no se repita lo ocurrido en la movilización convocada para este sábado 12 de enero.

«En muchas ciudades de Francia las manifestaciones se llevaron a cabo de manera pacífica, pero no podemos aceptar que algunos se aprovechen de esas manifestaciones para desbordar, dañar, quemar. Estos no tendrán nunca la última palabra en nuestro país», acotó Philippe.

Apoyo de Italia indigna a Francia

Matteo Salvini y Luigi Di Maio, vicepresidentes del gobierno italiano, manifestaron recientemente su respaldo al movimiento de los «chalecos amarrillos». Esta situación provocó el disgusto en el gobierno liderado por Emmanuel Macron.

Di Maio, viceprimer ministro y líder del Movimiento Cinco Estrellas, invitó a los manifestantes franceses a resistir y no «ceder» ante las autoridades: «Tanto en Francia como en Italia la política se ha vuelto sorda a las exigencias de los ciudadanos, excluidos de las decisiones más importantes que afectan al pueblo». Mientras que Salvini condenó la violencia represiva y declaró: «Apoyo a los ciudadanos honestos que protestan contra un presidente que gobierna contra su pueblo».

La respuesta de Francia no se hizo esperar, Nathalie Loiseau, ministra francesa, pidió respeto a Italia «sobre todo cuando somos vecinos, aliados y amigos»; además, aseguró que «cada gobierno tiene como prioridad ocuparse del bienestar y del futuro de sus propios compatriotas (…) la prioridad del gobierno italiano es ocuparse del bienestar del pueblo italiano. No estoy segura de que interesarse por los “chalecos amarillos” tenga que ver con el bienestar del pueblo italiano».

 

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