Scott Morrison, ministro de Australia, pidió perdón por los más de 8 mil casos.
Una investigación arrojó que miles de personas sufrieron de abuso sexual por parte de sacerdotes.
Este lunes Scott Morrison, primer ministro de Australia, pidió perdón por todas aquellas victimas que han sufrido de abuso sexual. Esto se da luego de que una investigación que se llevó a cabo durante cinco años reveló que más de 8000 personas, incluidas menores de edad, fueron agredidas sexualmente, sobre todo en centros infantiles regidos por religiosos o por el Estado.
«Hoy, como nación, hacemos frente a nuestro fracaso por no haber escuchado, creído ni ofrecido justicia», lamentó Morrison.
La disculpa se dio en la capital del país, Canberra, frente a 800 víctimas y familiares. Algunos de los presentes incluso comenzaron a llorar durante el mensaje del ministro.
«Pedimos perdón. A los niños a los que fallamos: perdón. A los padres cuya confianza quedó traicionada y que han luchado para reparar el daño: perdón», aseguró Morrison.
Además, Morrison se comprometió a mejorar la vigilancia en estos centros para impedir que en el futuro se vuelvan a suscitar casos similares. Por supuesto, esto no compensa el daño ya hecho, como lo demuestra Tony Wardley, un hombre que sufrió de estos abusos en los años 80 y quien asegura que «Si piensan que pidiendo perdón el problema va a acabarse, no es así. Queda mucho por hacer».
Asimismo, el Estado ha indemnizado a algunas víctimas hasta por la cantidad de 92.000 euros, así como también se ha propuesto –aunque esto todavía no se aprueba- exigir a los curas católicos que informen de los casos de abusos que escuchen en confesión. No obstante, la iglesia ya ha dicho que no cumplirán con este mandato en caso de aprobarse.
Scott Morrison se trata del segundo ministro que ofrece disculpas públicamente, pues ya en 2008 el primer ministro de aquel entonces, Kevin Rudd, pronunció otro discurso donde pidió perdón a nivel nacional por el caso de los indígenas australianos, a quienes se les quitaron algunos de sus bebés para entregarlos a padres «blancos».
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