Nunca estarás a salvo se estrenará en cines el 25 de mayo.
La película Nunca estarás a salvo es el nuevo trabajo de Lynne Ramsay, responsable de la brutal We need to talk about Kevin.
A menudo, el cine nos suele presentar a los asesinos a sueldo como personajes carentes de moral, escrúpulos y sentimientos, cuya lealtad sólo obedece al mejor postor, a aquel que pague más por arrebatar una vida. Sin embargo, existen algunas cintas que nos enseñan el lado humano de estos seres, dejándonos en claro que también sufren, ríen, lloran y, en ocasiones, son capaces de amar.
Así nos los plantea la cinta Nunca estarás a salvo (You Were Never Really Here, 2017), de la directora Lynne Ramsay (We need to talk about Kevin, 2011) y protagonizada por Joaquin Phoenix.
La historia nos presenta a Joe (Phoenix), un veterano de guerra que se gana la vida arrebatando la de otros, por supuesto, siempre y cuando le paguen una buena cantidad monetaria. Su modus operandi es sencillo: mata, cobra y disfruta la paga, la cual usa para ayudar a su madre. No obstante, su rutina tranquila se acaba cuando el gobernador Williams (Alessandro Nivola) lo contrata para rescatar a su hija Nina (Ekaterina Samsonov) de una red de prostitución infantil.
Si bien, la cinta no llega al mismo nivel de We need to talk about Kevin, tanto a nivel estético como narrativo, es una propuesta interesante, al mostrarnos los dos tipos de vida de un despiadado asesino. Por un lado, tenemos al Joe hogareño, aquel que se preocupa únicamente por él y por su madre; por el otro, está el verdadero Joe, el que no ha podido superar sus viejos traumas de la niñez que, combinados con su experiencia en la guerra, lo han convertido en un hombre que lo único que sabe hacer es matar.
Su experiencia en el campo de batalla lo transforma en el tipo perfecto que cualquiera contrataría para eliminar a sus enemigos, por lo cual, es reclutado por el gobernador Williams para asesinar a los captores y violadores de su hija Nina. Lamentablemente, lo que tenía que ser un trabajo sencillo se convierte en una cacería en la que Joe ha dejado de ser el cazador para convertirse en la presa pero, también, para demostrar que cualquier animal es mucho más peligroso cuando está acorralado.
Aunque la historia es sencilla (y con el mismo concepto que muchas otras cintas del mismo estilo), la directora Lynne Ramsay tiene el acierto de darnos un trasfondo simple, pero nutritivo de su protagonista, pues aunque sabemos que está muy lejos de ser una buena persona, hace que el espectador cree demasiada empatía por este personaje. Esto se debe a dos recursos: el primero de ellos es el trauma psicológico que le dejó su padre al haber herido gravemente, con martillazos, a su madre; mientras que el segundo es el enfrentarlo con sujetos que son aún más ruines.
Por decirlo de cierta forma, estamos viendo una especie de The Professional (El perfecto asesino, 1994), pero un poco más ligera, pues al igual que en ésta, el protagonista también desarrolla un lazo afectivo por Nina, lo que demuestra que todavía es capaz de sentir algo a pesar de que esto signifique su ruina.
La cinta, además, nos deja ver un poco el lado sentimental del personaje, aunque esto se debe totalmente a la actuación de Phoenix, quien, mediante sus expresiones faciales y corporales, provoca que veamos en él a un sujeto rudo, pero sensible, generando que sea fácil verlo asesinando a alguien más, en cambio, difícil mirarlo cuando está sufriendo. Desafortunadamente, no se puede decir lo mismo de los otros personajes (a excepción de Nina, quizá), quienes no logran crear la más mínima empatía con el espectador.
En cuanto a la historia, como dijimos no es nada nuevo ni nada que venga a innovar el cine, pero la forma en la que está narrada es lo que la hace un tanto diferente de las demás, demostrando que no se necesita de grandes villanos, pero tampoco de héroes cien por ciento buenos para crear una buena historia.
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