El ministro de Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, pretendía unirse a un mitin en Rotterdam, pero no pudo aterrizar en territorio holandés, porque el gobierno de ese país le quitó los derechos para hacerlo. El ministro no fue el único funcionario turco que pasó por esto: Fatma Betül Sayan Kaya, ministra de Familia y Asuntos Sociales, fue expulsada vía terrestre de ese país.
Ante esta situación, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, manifestó su total desacuerdo y le pidió al embajador holandés en Ankara, quien se encuentra actualmente en Holanda, que no regrese por un tiempo. Además, el mandatario señaló que este tipo de medidas son de índole nazi y dejó entrever la real posibilidad de tomar represalias por este hecho.
Mientras tanto, al enterarse de las declaraciones del líder turco, Mark Rutte, primer ministro holandés, externó que entendía el malestar de las autoridades de Turquía, pero que reaccionar de esa manera es una insensatez, una locura. De esta forma, la relación Turquía-Holanda se torna tensa y con un futuro incierto.
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