Continuando con el artículo “Entretejiendo la belleza y el cuerpo”, de los académicos Verónica Rodríguez Cabrera y Elsa Muñiz García, UAM y Mauricio List Reyes, de la BUAP, los mayas practicaban la deformación craneana; en África o Nueva Guinea decoran sus cuerpos con escarificaciones en la piel, y en Birmania las mujeres acumulan aros en el cuello para alargar su tamaño.
Los académicos analizan también cómo programas, entre ellos Photoshop, transformaron la percepción sobre la apariencia de las cosas. Imágenes y autorretratos recorren el mundo a través de las redes sociales, que han servido para modificar la manera como “nos percibimos y queremos que otros nos perciban”.
Afirman que el componente de la belleza se vuelve de autodiferenciación, dejando de ser un asunto especial para pasar al plano de lo cotidiano.
Sin importar si se tiene éxito o no, las prácticas de belleza influyen en la vida, mientras exacerban el dolor, el miedo a envejecer, la obsesión por un cuerpo fitness y por la aprobación social respecto a los cánones de belleza en turno.
Mencionan que, sin embargo, el riesgo de una obsesión es que conduce a trastornos psicológicos y alimenticios que provocan anualmente la muerte de miles de jóvenes.
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