La inquietud por tomarle una buena foto a su hija, donde no saliera con los ojos cerrados, llevó al alemán Artur Fischer a inventar un flash sincronizado y, a partir de ahí, a registrar más de mil 100 inventos varios, que lo convirtieron en “El rey de las patentes”.
Fischer murió el 27 de enero del año pasado, dejando un amplio legado a la humanidad, que se ha visto beneficiado por un sin fin de prácticos inventos realizados por este hombre que en 2014 fue reconocido por la Oficina Europea de Patentes con el Premio al Inventor Europeo, en la categoría “Reconocimiento a una vida”.
Se sabe que era cerrajero de profesión y según una biografía de él pública el diario español “El País”, fue en 1948 que creó su compañía grupo Fisher, donde él era su único trabajador.
Quienes han escrito sobre su muerte lo recuerdan como un hombre que siempre dijo: “No se inventa lo que no se tiene, sino aquello con lo cual uno ha jugado”.
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