Pese a que Humberto Eco advirtiera de lo poco exacto de las divisiones morales entre bueno y malo en su libro «Apocalípticos e Integrados» (1984), en el que hace referencia a la Cultura de Masas y la Industria Cultural, el término ha sido adoptado por la época digital para describir sin más, a los que creen que las computadoras, el internet y los bancos de información nos salvarán de nosotros mismos y nos llevarán un paso más adelante en nuestra evolución: los integrados; y los que creen que las computadoras sólo han fragmentado nuestra atención, limitado la comunicación frente a frente, y en general que las tecnologías de la información nos han hecho más tontos e intransigentes: los apocalípticos.
Sin duda, la realidad es mucho más compleja. En el primer bando, el de los integrados, podemos ver quizá como máximo exponente a Elon Musk, fundador de la compañía de autos eléctricos Tesla, y de otras iniciativas como Space X (con la que busca poblar Marte) y Neuralink (con la que espera construir una interfaz integrada entre el cerebro humano y una computadora).
Como vemos, los integrados promueven una agenda progresista, aunque algunas veces vayan demasiado lejos, quizá, como cuando advierten sobre una posible «rebelión» de las máquinas, y por supuesto, incluso colaborando con los liberales recalcitrantes en busca de alcanzar sus objetivos, como Musk con Donald Trump.
Por su parte, del lado de los apocalípticos casi siempre encontramos a artistas, escritores y filósofos de derechas, como Javier Marías, Andrés Calamaro, Pérez Reverte, que con un toque nostálgico se lamentan de que los chicos ya no jueguen en los parques, de que haya más muertes anuales por accidentes relacionados con las selfies que por ataques de tiburón y por el atiborramiento de contenidos multimedia francamente deleznables a través de las redes sociales.
Y aunque podríamos identificar a los apocalípticos con un grupo de personas más reflexivas y coherentes, también mucho del ataque que hacen al internet se debe a que se sienten atacados por los usuarios de redes sociales, de manera que celosos de sus privilegios, repudian a la era de la información.
Lo importante para nosotros como usuarios, me parece, es tomar conciencia y reflexionar sobre las cosas negativas que podrían acarrearnos nuestros teléfonos inteligentes, el riesgo de entregar nuestra información a terceros y la manera en que afectan nuestras vidas, mientras disfrutamos de las ventajas de acceder a la información deseada de manera casi instantánea, nos aprovechamos de la comodidad y seguridad que nos brindan los servicios del internet y sobre todo, buscamos nuevas maneras de acercarnos, de conocernos y de aprender de nuestras diferencias, para crecer como una comunidad más abierta.
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