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Tras una gran presión social y política, Joe Biden anunció el apoyo de Estados Unidos para suspender las patentes de las vacunas contra la COVID-19 y así facilitar su producción a nivel mundial para combatir la pandemia.

Hasta el momento, Estados Unidos era uno de los pocos países ricos que se oponían a congelar las patentes. Sin embargo, terminó por acceder tras la solicitud de más de 100 naciones pobres para la exención temporal de las patentes.

Sobre esto, Katherine Tai, representante de Comercio de Estados Unidos, comentó que «esta es una crisis sanitaria mundial y las circunstancias extraordinarias de la pandemia del Covid-19 exigen medidas extraordinarias».

Asimismo, Francia y Rusia se sumaron a los EE. UU. para suspender las patentes y que así los países más pobres tengan oportunidad de crear su vacuna.

El presidente francés Emmanuel Macron dijo “estoy totalmente a favor de esta apertura de la propiedad intelectual”, mientras que Vladimir Putin, mandatario de Rusia, declaró «por supuesto, Rusia apoyaría una idea así», por lo que pidió a su Gobierno buscar un acuerdo para liberar las patentes.

«Rusia apoya el planteamiento de que en las condiciones presentes tenemos que pensar no en cómo obtener las máximas ganancias, sino en cómo garantizar la seguridad de las personas. Y esto sólo se podrá lograr si las vacunas se van a utilizar en la mayoría abrumadora de países del mundo. Entonces podremos tener inmunidad de grupo en la verdadera extensión de la palabra», aseguró Putin.

Por el contrario, el gobierno de Angela Merkel y el presidente de Pfizer, Albert Bourla, junto con otras farmacéuticas, rechazaron totalmente la propuesta de Biden y los otros mandatarios, pues aseguran que liberar las patentes generará mayores conflictos a comparación de los beneficios.

Entre otras cosas, dijeron, está la importancia de proteger la propiedad intelectual para que la innovación continúe.

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