Migrantes que arriban a la frontera de Sonora agradecen el apoyo que reciben de residentes y agrupaciones ciudadanas, pues de otro modo carecerían de una estancia digna en la región y podrían no ser localizados.
Entrevistado en las inmediaciones de la aduana internacional, el migrante de Guanajuato, Emilio Jiménez Cruz, refirió que escuchar de albergues como la Casa del Migrante La Divina Providencia «es un alivio».
Tanto él, quien viaja para llegar al estado de California, como sus parientes que trabajan allá, «sabemos de los albergues que hay en la frontera, es una referencia sobre dónde encontrar a alguien en caso de que se pierda comunicación».
Al cargar su típica mochila de migrante, con una bolsa de plástico en la mano, pantalón de mezclilla, camisa azul y una chamarra ligera, mencionó que también habló de sus parientes de las casas de ayuda que hay en Altar y en Nogales, Sonora.
«En Nogales se llama albergue Juan Bosco también lo comentamos con los parientes para en caso de ser necesario me localicen», dijo, pues sabe que la Patrulla Fronteriza asegura los documentos que porte el migrante y el dinero, así como las pertenencias.
Otro migrante de Guanajuato, Manuel Tapia, indicó que cuando menos saber que hay albergues «es un punto para agarrarse y de allí, aunque sea por unos días tener los apoyos de comida y donde dormir en la noche», en tanto saben qué van a hacer.
En la Casa del Migrante La Divina Providencia de esta frontera, existe una lista manuscrita por los propios indocumentados que atiende en su ruta a Estados Unidos, y que sirve a familiares para localizarlos.
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