ARTÍCULO 3: URGENCIAS: UNA VISIÓN DESDE DIFERENTES CRISTALES

Cuando se pierde la salud, la entrada a un hospital casi siempre es por el servicio de urgencias y es ahí donde las visiones a través de los diferentes cristales salen a flote.

Las percepciones que tiene el enfermo, la familia y los profesionales de la salud son diferentes.

Sin embargo, no debemos olvidar que el enfermo y su familia están más que vulnerables y que los profesionales de la salud debemos basar los criterios de atención en valoraciones estrictamente técnicas. Ejemplo de esto es el entendimiento de lo que es una urgencia, una emergencia, una urgencia verdadera o una urgencia sentida.

Es mandatorio recordar que, ni el enfermo, ni su familia son expertos en salud, por el contrario, buscan ayuda y que ninguno de ellos va por gusto a una sala de urgencias.

Por otro lado, para el profesional de la salud y de acuerdo a su cristal, los servicios de urgencias muchas veces están saturados porque la atención que se solicita bien pudiera otorgarse en otra instancia y están ciertos que, de alguna manera esa atención solicitada le quita la oportunidad a quien realmente lo requiere.

Por eso es que existen clasificaciones como el “triaje”, para dar un sentido de prelación técnica a las atenciones y que deben explicarse al paciente y su familia con absoluta claridad para dar certidumbre y evitar fricciones.

Por ejemplo, el decirle al paciente y su familia que se cursa con una urgencia sentida que no es verdadera, sin una adecuada explicación, prácticamente es un insulto y puede ser considerado como una falta de respeto. Esta situación por desgracia se vive todos los días, de cada 100 atenciones solicitadas en los servicios de urgencias, alrededor de 70 son padecimientos que se pudieran atender en un consultorio de consulta externa y no en uno de urgencias.

Por eso, como profesionales de la salud el tener empatía y pensar que quien busca nuestra atención pudiera ser nuestros papás, nuestros hijos o en el peor o mejor de los casos, uno mismo hace la gran diferencia, además, entender que el servir es parte de nuestro código de vocación y de ética y no una imposición.

Sin embargo, en esta carretera de doble vía también sucede que los enfermos y sus familiares son a veces más que demandantes y piensan que el personal de salud no cumple con su trabajo y el trato hacia ellos no es el mejor.

En los siguientes artículos profundizaremos al respecto, porque cuando se pierde la salud se materializa uno de los más grandes miedos de los seres humanos, todo se distorsiona y todo cambia.

Por ello y de acuerdo a Ramón de Campoamor “Nada es verdad, nada es mentira, todo es de acuerdo al color con el cristal con que se mira”.