Han pasado 2 años desde los terremotos de septiembre de 2017 y aún existen decenas de inmuebles históricos que no han recibido atención
«Ecos: Dos Años y Contando», la labor de los arquitectos en el resguardo de la memoria histórica

Han pasado 2 años desde los terremotos de septiembre de 2017 y aún existen decenas de inmuebles históricos que no han recibido atención

Los estados de Oaxaca y Puebla presentan el mayor número de templos dañados a consecuencia de los sismos de 2017.

El 7 y 19 de septiembre de 2017 dos terremotos de diferentes magnitudes sacudieron varios estados del territorio nacional, provocando daños considerables en la población, viviendas y, sobre todo, en gran parte del patrimonio cultural del país.

Ahora, dos años después de conmemorar a las víctimas que perecieron a causa de los siniestros, es labor fundamental del pueblo mexicano levantarse y con ellos resarcir el daño ocasionado por los movimientos de la tierra.

Entendiendo la responsabilidad que recae en las instituciones de educación superior, sobre todo las encargadas de impartir las carreras de arquitectura, la Universidad La Salle convocó a especialistas en la materia y estudiantes para conversar sobre los pasos a seguir en los trabajos de reconstrucción de las obras afectadas, a través de la conferencia Los Ecos: Dos Años y Contando.

De acuerdo con la información de la Secretaría de Cultura federal, hasta el momento se han terminado los trabajos de reconstrucción en 328 de los 621 templos y monumentos culturales dañados, además de los 86 inmuebles que deberán ser atendidos y para los cuales se cuenta con un presupuesto federal de 134 millones de pesos.

Sin embargo, para el arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Xavier Cortés Rocha, los trabajos de restauración de los monumentos y bienes históricos deben ir acompañados de algo más que los recursos de la federación. En ese sentido destacó la importancia de los métodos ortodoxos para el mantenimiento de los inmuebles, los cuales sugieren detener los daños e intervenir para que futuras complicaciones no se presenten, siempre respetando la originalidad de la construcción en cuestión.

No obstante lo anterior, Cortés Rocha insistió en que no siempre se puede respetar la originalidad de los monumentos históricos, ya sea por cuestiones de seguridad, preservación o restauración. En cualquier situación solo serán posibles la adecuación de nuevos elementos en construcciones históricas cuando a estas les falte un pieza; se deba hacer una adición —para salvaguardar la integridad total—; o cuando se haya perdido un elemento.

Cabe resaltar que la gran mayoría de las afectaciones en inmuebles culturales se produjeron en conventos e iglesias del siglo XVI, esto se debe —señaló el ingeniero civil Roberto Meli Piralla— a la forma en la que están construidas dichas edificaciones; la mayoría de ellas con grandes muros al descubierto, cúpulas y campanarios que arquitectónicamente se encuentran más sueltas y representan menor resistencia a los movimientos telúricos.

Por lo anterior es común apreciar imágenes con torres de catedrales agrietadas, cúpulas derruidas o muros perimetrales colapsados parcial o totalmente, siendo los estados de Oaxaca y Puebla las entidades con mayor número de templos dañados, 591 y 550 respectivamente hasta 2017, le siguen Morelos con 377 y el Estado de México (285) y Tlaxcala (136).

La última participación de la jornada corrió a cargo del restaurador de monumentos Luis Arnal Simón, quien destacó la importancia de los arquitectos en los trabajos para preservar la memoria histórica de la nación, sustentados en principios profesionales y éticos que dejen de lado las cuestiones económicas, egos y los deseos de sobresalir por delante del patrimonio cultural de México.

«Los ecos del pasado no nos dicen nada sino el recuerdo emotivo de las acciones que nos acogieron esos días. El hombre tiene un recurso para sobreponerse a ese recuerdo que lastima y ese recurso se llama el olvido, para eso estamos aquí, para no olvidar. Que nuestras acciones limiten esa acción destructiva. La ética del arquitecto consiste en adquirir una responsabilidad múltiple  con la cultura el medio ambiente y las relaciones con los demás, la equidad y el respeto a todos». Arnal Simón.

Por ello y ante un grupo numeroso de universitarios lasallistas, Simón hizo un llamado a todos ellos a detener con sus habilidades las laceraciones causadas por el olvido a muchas de las estructuras emblemáticas del país, por el bien del patrimonio arquitectónico y urbano; respetando al medio ambiente y a otras ideologías; sin corrupción y dejando de lado la ambición, la ignorancia y los gustos personales por sobre la memoria histórica.

Los tres especialistas coincidieron en la urgencia de generar un mayor intercambio de ideas entre los universitarios, además de crear un programa efectivo de mantenimiento  preventivo periódico y erradicar la idea general que nos obliga a pensar en el patrimonio histórico únicamente cuando este se encuentra dañado.

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