Eisenstein vivió parte de su vida en México, donde filmó parte de la cinta «¡Qué viva México!».
Sergei Mijailovich Eisenstein revolucionó el cine gracias a sus técnicas de montaje, siendo su cinta «El acorazado Potemkin» el mejor ejemplo de ello.
Este 22 de enero se cumplieron 120 años del nacimiento de Sergei Mijailovich Eisenstein, uno de los cineastas más importantes en la historia del cine y al que el día de hoy la empresa Google le dedico su doodle.
Este cineasta fue uno de los primeros en entender que el cine no sólo es un medio para presentar películas, sino también para proyectar sensaciones, pues estaba seguro de que la creación de un filme no bastaba con interconectar una escena con otra; sino que, gracias al montaje cinematográfico, el celuloide era capaz de transmitir emociones en el público más que mero entretenimiento.
Sin embargo, fue gracias a una cinta en específico que este genio del celuloide aportó una gran innovación en cuanto a la edición fílmica, pues en la cinta «El acorazado Potemkin», el montaje que utilizó para contar la historia llegó para revolucionar el cine, ya que mediante una mezcla de escenas consiguió generar lo que quizá antes el espectador nunca había experimentado en una película: terror, angustia, desesperación e, incluso, miedo e incertidumbre; todos estos sentimientos juntos en una sola secuencia conocida como «La escalera de Odessa».
En esta parte de la película se puede apreciar cómo el ejército ataca al pueblo, quien, indefenso, no puede hacer nada más que soportar una ola de violencia. Sin embargo, para crear esta secuencia se tuvo que hacer uso de 170 planos diferentes y 2 travellings, los cuales, al ser montados daban la impresión de que la escena tenía una gran duración y la acción ocurría ininterrumpida y, que al verla, genera las sensaciones ya antes mencionadas.
Asimismo, fue en «La escalera de Odessa» que surgió la mítica escena del bebé con su carriola cayendo por las escaleras sin que nadie pueda detenerlo; una escena que ha sido por demás homenajeada y parodiada en diversas películas aún de la actualidad.
No cabe duda de que el cine que conocemos hoy en día no sería el mismo de no ser por el ingenio de Sergei Eisenstein, de quien cabe resaltar, vivió parte de su vida en México, donde filmó parte de su obra «¡Qué viva México!», la cual no pudo concluir debido a que se le retiro el apoyo.
Resulta curioso que, al existir seis montajes distintos de esta película y siendo Eisenstein un genio del montaje, ninguna de estas versiones fue editada por él.
¡Qué viva Eisenstein!
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