Las últimas semanas han estado dominadas por las precampañas adelantadas y por los lamentables hechos de violencia que azotan al país, la muerte de un autodefensa en Michoacán, un atentando con un coche bomba en el estado de Guanajuato, imágenes y videos de la reunión de una presidenta municipal en Guerrero con un líder del crimen organizado, y un atentado con bombas en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga en Jalisco, dan cuenta de los hechos de violencia.
Las respuestas de la autoridad gubernamental son variadas, pero en esencia todas apuntan hacia la misma dirección, si bien la inseguridad es un problema en México, no necesariamente es el problema más urgente por atender por parte de las autoridades, la insistencia por negarlo habla quizás del problema más grave, las autoridades se niegan a reconocer que el problema de la inseguridad los ha rebasado.
En diferentes lugares del país hay denuncias, en municipios del norte de Jalisco extorsionan a las parroquias y las obligan a dar cincuenta por ciento de sus ganancias a los grupos criminales, las personas que venden comida en los mercados o los vendedores ambulantes en Oaxaca deben de pagar una cuota semanal para seguir vendiendo sus productos, en Sonora los taxistas son extorsionados y los comerciantes son castigados con tablazos si no pagan las cuotas que les cobran los extorsionadores.
Un estudio de la COPARMEX arroja que en México hay una víctima de extorsión cada hora, durante el sexenio las denuncias por extorsión han aumentado cerca de cincuenta por ciento con relación al sexenio anterior, y por segundo año consecutivo han sobrepasado las tres mil denuncias.
Los ataques perpetrados en semanas pasadas y la ausencia de autoridad en distintos territorios, son claros mensajes para las autoridades y la población en general, los grupos delincuenciales tienen el control del territorio y nadie puede hacer nada para frenar eso, no hay que investigar, no hay que detener si no se quiere provocar la furia de la delincuencia.
Las autoridades gubernamentales también lo saben por eso prefieren evadir el problema, el presidente prefiere declarar que al conservadurismo se le está desinflando su candidata y que por eso enfocarán la atención al problema en la inseguridad o lo más grave que la propia oposición está detrás de los hechos violentos en el país.
También el presidente dirá que la estrategia está “funcionando” aunque es claro que “los abrazos no balazos” si de algo adolecen es de un objetivo claro. La Guardia Nacional no ha logrado su propósito de pacificar al país y si bien los programas sociales pueden ayudar parcialmente a las personas con menores ingresos, lo cierto es que dichos programas por si solos no van a detener la ola de violencia que azota al país.
Por su parte las autoridades locales en su mayoría gobernadas por Morena, guardarán silencio, sin asumir una posición crítica sobre la estrategia federal, lo harán por conveniencia, es más sencillo que el presidente se haga cargo del tema en las mañaneras, que salga a culpar al pasado, al neoliberalismo y a decir que lo que buscan los brotes de violencia son para desestabilizar a su gobierno o que los medios de comunicación exageran el problema. En el caso de los gobernadores de oposición tampoco dirán mucho, sino quieren ser señalados en las mañaneras por ser poco cooperativos o culparán a la descomposición social.
Algo que debe de quedar claro a partir de la experiencia de este gobierno es que el compromiso por cambiar la estrategia de seguridad ha quedado corto, la clase política ha pretendido cambiar con su narrativa la realidad, al final las estrategias siempre son perfectibles pero lo que tiene que quedar claro es que un solo hombre no es capaz de formular la estrategia eficaz, por lo tanto, la solución comenzará por buscar una estrategia conjunta a partir de lo que se ha construido en este sexenio, pero sobre todo habrá que exigir cuentas a la clase política.
Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor