Por Federico Reyes

Medidas cautelares dictadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), dictan abstenerse a los políticos difundir su nombre con fines proselitistas, hasta que la normativa electoral lo permita. Sin embargo, estamos rodeados de bardas por todo el país con las siluetas de los principales líderes del país, giras por todo México, eventos masivos y tiktoks, son algunas de las acciones que las llamadas corcholatas, tanto de Morena (las más conocidas, a mi parecer) y las de la oposición muestran, nuestro pan de cada día. Al recorrer las calles, me surge la pregunta: ¿qué personalidad será la que va ganando terreno?, ¿quién está realmente en el imaginario de los electores?

Se trata de la puesta en marcha de los conceptos básicos en el manejo de la información, así como en el cambio e injerencia en la opinión pública. Dentro de la representación del “pueblo”, cuáles son las consecuencias en la sociedad civil que percibe estos presuntos actos de campaña, y qué impacto tienen en la sociedad mediática.

La agenda política y sus campañas impactan en las emociones de las personas, de forma colectiva, en cierto momento generan una mediocridad intelectual, ya que se rebaja el debate entre la ciudadanía al hecho de qué candidato es más popular, quién tiene más bardas o presencia en la vida política y pública del país, o hasta quién es el más guapo.

Según los estatutos de la democracia ideal, el elector basa sus elecciones bajo la calidad de ciudadano, aquel que se involucra con la comunidad social, económica o políticamente. Quien cumple con sus obligaciones, responsabilidades y respeta los derechos ajenos, pero, también los ejerce, principalmente el derecho a participar en los asuntos del Estado.

Sin embargo, en la democracia actual, el ciudadano ha perdido valor, o es menospreciado por los actores políticos, es visto como mero consumidor. El dirigente político ya no se concibe como un servidor público (al servicio del pueblo). En segundo plano se le consideró como un líder o héroe, pero, actualmente se trata de una especie de estrella, mesías, o superhéroe, incluso dios.

Basta con revisar el fundamento de los mensajes políticos que ya no contienen en su mayoría las ofertas electorales (en beneficio de los electores). Actualmente pesa más la imagen del candidato, el spot propagandístico, el músculo popular (aquel que llena plazas públicas y convoca a movilizaciones masivas).

Este tipo de campañas cuentan con un mensaje connotado, el spot político muestra un sentido de mensaje discontinuo en donde se tiene generalmente una relación de un significado/significante, en las propuestas de campaña se mandan mensajes ideológicos, que permiten abrir una relación de poder o con intención para hablar sobre la sociedad y cultura común.

Por lo anterior, hago un llamado a las personas, a no dejarse llevar por la propaganda política, y analizar las propuestas, y en su defecto, votar por las que más convengan al elector de forma personal, familiar o a nivel comunitario.