Durante su primera jornada como presidente número 47 de Estados Unidos, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para renombrar el Golfo de México como “Golfo de América”. Florida, gobernada por Ron DeSantis, se convirtió en el primer estado en adoptar oficialmente el nuevo nombre, utilizándolo en un reporte climático emitido para el norte del estado.

El pronóstico advertía sobre una intensa tormenta invernal: “Un área de baja presión se moverá a lo largo del Golfo de América, e interactuará con aire ártico”, señalaba el reporte.

Durante su discurso inaugural, Trump justificó la medida como parte de una estrategia para “restaurar el orgullo estadounidense”, mencionando además su intención de devolver el nombre Mount McKinley a la montaña previamente renombrada como Denali en Alaska.

Reacciones desde México: Sheinbaum responde con ironía

La presidenta Claudia Sheinbaum reaccionó al anuncio con un tono crítico e irónico, proponiendo que, si Estados Unidos insiste en cambiar el nombre del Golfo, este podría llamarse “América Mexicana“, en referencia al término utilizado durante la independencia de México para destacar la soberanía de la región.

“El nombre Golfo de México está reconocido a nivel internacional, y no depende de un solo país cambiarlo”, afirmó Sheinbaum. Además, subrayó que México mantendrá comunicación constante con las autoridades estadounidenses para abordar los numerosos decretos firmados por Trump en sus primeros días de mandato.

El trasfondo del cambio de nombre

El intento de Trump de rebautizar el Golfo refleja una visión nacionalista que busca reforzar la identidad estadounidense en términos geográficos y políticos. Sin embargo, el nombre Golfo de México está avalado por la comunidad internacional y organismos geográficos globales, lo que complica la implementación de este cambio fuera de las fronteras de Estados Unidos.

El presidente estadounidense planea avanzar en este proceso a través de la Junta de Nombres Geográficos de Estados Unidos, pero aún enfrenta resistencias, tanto dentro como fuera del país.

Un gesto simbólico con impacto político

Aunque el cambio de nombre podría ser visto como un gesto simbólico, expertos advierten sobre las tensiones que podría generar en la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Este hecho, sumado a las recientes declaraciones de Trump sobre políticas migratorias y económicas, confirma que el inicio de su mandato viene cargado de controversias y decisiones que impactarán la región.

Con información de medios.

KJCS