El pasado miércoles, amigos y familiares dieron el último adiós a las víctimas de la explosión pirotécnica en la demarcación poblana de San Isidro Chilchotla, quienes fallecieron a consecuencia del accidente ocurrido el pasado lunes 8 de mayo, cuando detonaron mil 600 cohetones que almacenaban para la fiesta patronal.
Desde temprana hora, familiares y amigos custodiaban los primeros seis cuerpos que yacían frente a la parroquia de San Pedro, pese a las bajas temperaturas de la mañana, las personas combatían el crudo frío con cobijas y alrededor de fogatas improvisadas.
Conforme se acercaba el mediodía, los cuerpos restantes fueron llevados, solo dos recibieron misa en la comunidad de San Antonio, de donde eran originarios. El resto permaneció allí con sus rostros al descubierto y sus familiares viendo atónitos que esos ojos cerrados no se abrirían nunca más.
Se acercaba la hora de la misa programada a la una de la tarde, cuando los familiares tomaron la decisión de trasladar los ataúdes a cada una de sus casas para dar una última despedida a lo que, hasta el pasado lunes, era su hogar.
De la misma forma, los cuerpos de los seis niños fueron llevados a la escuela primaria «Benito Juárez», donde el director y maestros rindieron un pequeño homenaje, con un minuto de aplausos, y después les hicieron el último pase de lista en la institución.
La tristeza era evidente cuando se sepultaron los 14 ataúdes de once niños y tres adultos, sus seres queridos les dieron la despedida con flores, incienso e incluso con la música de mariachi, pues la canción «Amor Eterno» detonó el llanto desbordado de madres y padres de familia que seguían sin creer lo que había ocurrido.
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