EL FEMINISMO Y EL REGGAETÓN, ENFERMOS DEL MISMO MAL
EL FEMINISMO Y EL REGGAETÓN, ENFERMOS DEL MISMO MAL

Son dos de los temas más hablados en las redes sociales actualmente. Dos términos que convocan a diversos grupos de personas y cuyos significados son diferentes, pero que, sorpresivamente, son similares en tanto que se han convertido en tiro al blanco de comentarios discriminatorios: por un lado, el feminismo, en su definición más básica, es una doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de ciertas capacidades y el acceso a todos los derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres. Por otro lado, la palabra reggaetón, en síntesis, se refiere a un estilo de música latina que evolucionó a partir de diversos géneros con influencias de varios países. Sin embargo, su origen se suele asociar con Puerto Rico, donde se le dio ímpetu y comenzó a ser producido comercialmente.

A pesar de ser términos tan diferentes, ambos se enfrentan a un enemigo que constantemente limita las posibilidades de diálogo y entendimiento entre quienes buscan discutir sobre estos temas y, generalmente, todo concluye en que las perspectivas son tan distintas que «no se llegará a ninguna parte». Este enemigo, no es otro que: la simplificación.

En esta era de la inmediatez, los seres humanos nos hemos conformado con que, a veces, simplificar es la mejor forma de comunicar. A raíz de ello, pensamos que mientras el mensaje sea más simple, la comunicación será más eficaz, pero la realidad se ha encargado de mostrarnos lo contrario. ¿Por qué? porque, con ciertos prejuicios de por medio, seguimos creyendo que las palabras son como estatuas: inamovibles de su significado real, incapaces de mutar, siguiendo los cambios en nuestra sociedad.

Y esto presenta una dificultad a la hora de comunicarnos, ya que seguimos pensando que tanto el feminismo como el reggaetón, puesto que son palabras o conceptos, no han cambiado con el paso del tiempo, pero sí lo han hecho. Por ejemplo, observando la historia de esta ideología y los distintos contextos en los que se ha llevado a cabo y replanteado, se vuelve evidente que existen diferentes tipos de feminismo, como el radical, que es una corriente la cual sostiene que la raíz de todas las desigualdades en todas las sociedades hasta ahora existentes ha sido el patriarcado, por lo que hay que erradicarlo.

También está el feminismo ecologista o ecofeminismo, que busca combatir el orden simbólico patriarcal que establece una situación de dominación hacia las mujeres y la naturaleza. De igual forma, está el feminismo socialista, que postula que la sociedad de clases y las diferencias de género han de ser eliminadas para que las mujeres determinen libremente las condiciones de su vida. Y no podemos dejar de mencionar el feminismo replanteado por las mujeres afrodescendientes o indígenas que se enfrentan a una doble discriminación; la primera por su condición femenina y, la segunda, por su pertenencia a una comunidad específica.

¿Y el reggaetón también ha cambiado con el paso del tiempo? Claro, por ejemplo, ahora ya existe el reggaetón cristiano, que con base en los mismos ritmos y música del género, busca difundir las enseñanzas que los cristianos, en sus diferentes denominaciones, ponderan. Luego está el reggaetón comercial, el más conocido, cuyas letras y ritmos ya se mezclan con los sonidos de la música electrónica y de las pistas de baile, con liricas que ya no abordan tanto la sexualidad y la vida en las calles y se enfocan más en invitar a la gente a la pista de baile.

Por último, también se puede mencionar el reggaetón feminista, con letras en las que la mujer pasa de ser un simple objeto a un sujeto libre, capaz de decidir, que juega un papel de igual a igual dentro de la dinámica del cortejo, que decide cuándo quiere perrear, cuándo no, con quién sí y con quién no.

Con esta pequeña muestra, podemos ver cómo los términos pueden mutar, cambiar e incluso, coquetear con características que pueden parecer completamente ajenas a lo acostumbrado. Pero en la sociedad de la inmediatez, hemos aprendido a ya no ser curiosos, a ya no preguntar o explicar de qué feminismo o reggaetón se trata del que nos quieren hablar, sino a sentenciar de inmediato con lo que conocemos de cada término, limitando o impidiendo cualquier posibilidad de diálogo y, por consiguiente, del crecimiento.

A lo mejor, si dejamos de simplificar términos como sociedad, podríamos tender un puente entre nuestras viejas ideas y sus mutaciones actuales, de tal forma, quizá podríamos llegar a un entendimiento más diverso, que nos haga acercarnos a los otros, a quienes consideramos diferentes u opuestos a nosotros, con una mente menos prejuiciosa y más abierta.

Walter Gabriel Estrella Yah

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