El Estado de México ya tiene primera dama. Se trata de María Irene Dipp Walther, quien contrajo nupcias con el gobernador Eruviel Ávila Villegas el pasado sábado. En el evento estuvieron presentes la crema y nata del mundo ejecutivo, político y farandulero. El presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador electo, Alfredo del Mazo Maza, fueron ―tal vez― los invitados de mayor caché.
El cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, fue quien dirigió la ceremonia religiosa que se efectuó en el patio central de la exhacienda de Santa Mónica, localizada en el mismo municipio.
Alrededor de 600 invitados hicieron acto de presencia en la boda del miembro del PRI. Entre los que destacaron los funcionarios federales Raúl Cervantes, procurador General de la República; José Antonio González Anaya, director de Pemex; los secretarios Vidal Francisco Soberón, de Marina; Enrique de la Madrid, de Turismo; Ildefonso Guajardo Villareal, de Economía; José Antonio Meade, de Hacienda; de Salud, José Narro; del Medio Ambiente, Rafael Pachiano y de Hacienda, José Antonio Meade.
La primera dama mexiquense, de 30 años de edad, es directora de Presidencia de la Confederación Patronal de la República Mexicana, aunque se estima que pronto ocupe el cargo de presidenta del DIF en la entidad mexiquense, puesto que abandonó hace unos días Isis Ávila, hija del gobernador.
Como era de esperarse, los ecos se hicieron presentes. Desde las personas que le desearon felicidad y dicha al nuevo matrimonio, hasta los críticos que señalan la unión como un requisito que Eruviel cumple con miras a la candidatura presidencial del tricolor. También aparecieron las voces jocosas que hacen hincapié en la diferencia de edades entre los esposos.
Otros comentarios expresaban reclamos para el mandatario por presumir su felicidad ―vía redes sociales― mientras la entidad vive una crisis de inseguridad entre otros problemas que actualmente enfrenta el Estado de México.
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