Animal Político - Fotogramas de realidad
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Fotogramas de Realidad.

Este miércoles se llevó a cabo una gran manifestación en rechazo al ataque porril en CU.

Esta semana se suscitó un lamentable hecho que, para bien o para mal, ha despertado fantasmas del pasado; fantasmas que parecían haber quedado relegados de significado alguno gracias a la ya corta memoria mexicana, pero que, ahora, la violencia y la impunidad han logrado que su espectro regrese del olvido con una gran fuerza que se acrecienta con el grito de cada «goya». Así, hace unos días, cuando un grupo de estudiantes del CCH Azcapotzalco se manifestaba pacíficamente en la explanada de la Rectoría de Ciudad Universitaria, fueron atacados de una brutal forma por una gran cantidad de porros que llegaron, única y exclusivamente, a romper con la protesta y el espíritu auriazul.

El hecho, como era de esperarse, resonó rápida y fuertemente gracias a las redes sociales, en las que comenzaron a difundirse diversos videos que documentaron el ataque porril, pero, más importante aún, que plasmaron el miedo, el pánico y la impotencia de los alumnos que estaban siendo violentados en esos momentos. Por fortuna, los videos ―lejos de expandir el miedo más allá de las pantallas del celular o la computadora― hicieron eco en las fibras más viejas y jóvenes de la sociedad estudiantil y docente, quienes no dudaron en organizarse para salir a las calles este miércoles.

Esta manifestación dejó en claro que la fuerza académica no es puma, politécnica o metropolitana, ni mucho menos millenial o boomers, sino simplemente mexicana, la cual está harta de la ilegalidad dentro de la UNAM; un alma mater que se muestra más corrupta día con día. Y es que para qué engañarse, pues no solo la tardía respuesta de Enrique Graue ―con la que solo «condenó» los hechos― deja al descubierto la ineptitud de la institución frente a estas situaciones, sino que ya es por demás sabido que los porros no son más que instrumentos de las mismas autoridades académicas y políticas para servir como grupos de choque.

Ahora bien, incluso para desestabilizar hay que tener cabeza y saber cuándo, cómo y dónde atacar algo que al parecer no pensaron quienes maquinaron la agresión, pues a quién en su sano juicio se le ocurre violentar la casa máxima de estudios de México a días de que se cumplan 50 años del movimiento estudiantil con el saldo más violento, pero, a su vez, el levantamiento más importante de la historia de nuestro país. Todo parece indicar que lo que se avecina es una marea dorada y azul que, esperemos, esta vez no se tiña de rojo ni se contamine con plomo y pólvora.

Lo que se avecina, no cabe duda, es una gran movilización en donde esperemos que las autoridades cedan ante la eterna, pero nunca cumplida, consigna: «¡fuera porros de la UNAM!». Ahora bien, si décadas atrás el gobierno finalmente cedió para que, tras varios intentos de sabotaje, al fin fuera proyectada Rojo Amanecer (Jorge Fons, 1989) ―una de las películas que aunque en parte ficción retrató fielmente la matanza de aquel 2 de octubre―, esperemos que las autoridades no tengan la cobardía de realizar otra barbarie con la cual tener material fresco para filmar la secuela de este filme.

Israel Yerena

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