Como bien sabemos, a finales de 2014, mediante una investigación realizada por el equipo de trabajo de la periodista Carmen Aristegui, se documentó la adquisición de una casa por parte de la pareja presidencial, en Las Lomas de Chapultepec, con un valor aproximado de 86 millones de pesos y construida por Grupo Higa.
La pesquisa adquirió tal amplitud que detonó una onda expansiva que, en días siguientes, fuimos testigos de todo, pasando por un histriónico mensaje que La Gaviota ofreció en medios, en el que nos regaló una muestra de sus dotes actorales, justificando que adquirió dicha propiedad con los «ahorros de toda su vida».
A principios de 2015, también presenciamos la encomienda del presidente Peña Nieto para que, el entonces recién estrenado secretario de la Función Pública, lo investigara para determinar si hubo o no conflicto de interés en la compra-venta de inmuebles a nombre del mandatario y de su esposa.
Fue hasta julio de 2016, casi dos años después, durante la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), cuando Enrique Peña Nieto pidió perdón a los mexicanos, por el escándalo generado luego de que se exhibió la mansión de su esposa Angélica Rivera.
«Pido perdón por la ‹Casa Blanca›, cometí un error. Este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial. Les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio que les causé, estoy decidido a combatir la corrupción con toda determinación. En carne propia sentí la indignación de los mexicanos».
Hoy, la Casa Blanca de las Lomas ha perdido su color minimalista, la fachada de Sierra Gorda 150, que lucía un blanco esplendoroso en los tiempos que fue propiedad de la familia presidencial, ahora se encuentra descuidada y a decir de los vecinos, abandonada, pues desde hace bastante tiempo no hay movimiento de entrada y salida. Presidencia dio vuelta a la página.
¿Dónde estaba el líder del PRI luego del gasolinazo?
El ahora flamante presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, cargó con una turbulencia desde su postulación, luego de publicar en su cuenta de Twitter una credencial de militante del PRI, con el número de folio 003, que está firmada por el fallecido Luis Donaldo Colosio y fechada en julio de 1991.
Acto muy similar a presenciar el choque de dos trenes, pues en octubre de 2011, al comparecer como aspirante a consejero electoral del extinto IFE, Ochoa Reza aseguró, ante legisladores: «No formo parte del Consejo Político Nacional ni soy militante». Bueno…
Una vez integrado como líder del Revolucionario Institucional, presenció momentos muy espinosos, uno de ellos desatado por el alza en el precio de los hidrocarburos y las tarifas eléctricas.
Enrique Ochoa Reza, otrora subsecretario de Hidrocarburos de la Sener, brazo derecho del titular de dicha dependencia, y después titular de la Comisión Federal de Electricidad, prácticamente, brilló por su ausencia durante el lúgubre final que tuvo 2016, que terminó de quebrar los reflectores del gobierno federal, pues en el bombardeo total que desató la opinión pública, dejó prácticamente solos a los secretarios de Hacienda y Economía, especialmente a su presidente.
Siendo el representante nacional del partido y, con tales antecedentes en temas de energética, sencillamente, fue incomprensible entender por qué no se asomó para dar alguna explicación contundente al tema de coyuntura, como el especialista en la materia que debería ser.
No hay que olvidar aquel debate, después de las elecciones estatales de 2016, donde su homólogo blanquiazul lo embistió con una tupida espada, cuyo filo se concentró en las coincidencias de las bajas en las tarifas de luz con el inicio de campañas electorales, así como las alzas una vez finalizados los comicios.
Este nuevo conflicto que reventó a partir del ya denominado gasolinazo, causó un eco tremendo en todos los sectores sociales, desde empresarios, transportistas, agricultores, miembros de la industria panificadora, comerciantes, estudiantes, entre otros, se ha traducido en bloqueos y constantes amenazas en el aumento de productos y servicios, que finalmente impactan directamente en la misma población.
Fueron 12 años en los que el PRI no ocupó la silla presidencial, a su regreso expresaron haber aprendido de errores y estar listos para gobernar de nuevo. Hoy en el país se siente una estocada tan grande, casi como la falla de San Andrés, que sigue y seguirá abriendo por muchos años más.
Ahí les encargo…
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