El INAH descubrió tres figurillas pertenecientes al dios prehispánico
Xipe Tótec era relacionado con los ciclos agrícolas, la fertilidad y la regeneración de la tierra.
Trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) confirmaron el hallazgo del primer templo dedicado al dios prehispánico Xipe Tótec (el desollado o el dueño de su piel, según diferentes versiones), lo que refiere un hecho histórico por ser el único en su tipo y podría ayudar a las investigaciones de los arqueólogos y especialistas en la deidad.
Cabe recordar que Xipe Tótec era considerado como una de los dioses principales para las culturas del centro de México, principalmente los de descendencia nahua, pues se le relacionaba con los ciclos agrícolas y tenía una relación directa con la siembra y cosecha del maíz.
De acuerdo a la información proporcionada por el INAH, el hallazgo se registró en la Zona Arqueológica de Ndachjian-Tehuacán, Puebla, por lo cual los expertos consideran que perteneció al grupo étnico popoloca. En el lugar fueron localizadas dos esculturas de piedra con formas de cráneos y un torso que, según los especialistas, son representaciones de Xipe Tótec.
Las tres figurillas contienen rastros representativos del dios, como son el faldellín de plumas, acabados que simulan la piel desollada con la que se revestía Xipe Tótec y un agujero en el vientre donde se podrían colocar piedras de jade durante las ceremonias religiosas. Sin embargo, según comentó la arqueóloga Noemí Castillo, la ubicación del templo (al oeste) «coincide en características con los sitios de sacrificio descritos por las fuentes documentales».
De esta manera, el complejo donde trabajaban los arqueólogos cuenta con 12 metros de largo por 3.5 de altura, en él se hallan dos altares de sacrificio y según los especialistas pudo haberse construido entre los años 1000 y 1260 d.C., pues debe recordarse que los popolacas fueron una de las tribus conquistadas por los mexicas.
Algunas fuentes históricas refieren que los rituales se llevaban a cabo con víctimas que perecían en combate, sobre una plataforma de piedra, para después ser desollados por los sacerdotes de Xipe Tópec y vistiéndose con la piel de los caídos, algo que de acuerdo a la cosmovisión prehispánica permitía la regeneración de la tierra y propiciaba la fertilidad de los cultivos.
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