La agricultura cuenta con mecanismos de compensación para equilibrar un potencial daño con acciones benéficas para el medio ambiente como la reducción del CO2. El cáñamo, subespecie de cannabis sativa tiene usos industriales en cosmética, materiales de construcción o textiles y además reporta beneficios para medio ambiente.
Un programa del gobierno de Reino Unido identificó el cáñamo como una de las soluciones más viables para la estrategia ‘Net Zero’. Con esta idea en mente, convocó a la Universidad de Nueva York y al Centro de Desarrollo de Biorenovables para trazar una hoja de ruta de 10 años para el proyecto Hemp-30. Entre los temas de debate, se incluye una política del Gobierno hacia el cáñamo, educación para agricultores e industria, escalar a 80 mil hectáreas de cultivos, así como mejorar la genética de las semillas.
James Vosper, presidente de la Alianza Australiana del Cáñamo Industrial opina que el cultivo puede desempeñar un papel crucial en la reducción del dióxido de carbono en Australia. Además, puede aportar créditos de carbono a los agricultores, hacer más atractivo el cultivo y con ello mejorar la economía. En declaraciones, Vosper indicó, el Regulador de Energía Limpia de Australia (CER) prevé que para 2030, el intercambio de bonos de carbono podría permitir ahorros de 100 millones de dólares. Australia es fuertemente cuestionada por su compromiso en la reducción de gases de efectos invernaderos. El país se comprometió reducir entre 26 y 28%, partiendo de niveles de 2005, por debajo de Reino Unido.
Hemp Carbon Standard
El Hemp Carbon Standard promueve incentivos financieros y recompensa a los agricultores de cáñamo industrial. Su misión es crear un impacto climático positivo. Utiliza tecnología como la red blockchain para georreferenciar cultivos de cáñamo mediante una novedosa manera de medir, informar y verificar (MRV). El protocolo permite tener una trazabilidad precisa de los cultivos en países alrededor del mundo en cultivos de cáñamo industrial.
Ante un escenario global muy prometedor, con iniciativas que van más allá de regular el uso medicinal y lúdico de cannabis, una pregunta obligada es ¿Cómo estamos en México? Lo cierto es que México tiene un tibio avance, apenas empezó a autorizar el cultivo y fue por ganar un amparo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no por voluntad política del Gobierno de México. Para cultivar no hay un banco de semillas mexicano y deben importarse de países productores de semillas como Colombia o Estados Unidos. La nación comenzó la carrera de la industria cannábica con un importante rezago y ahora podría utilizar el cáñamo industrial para promover cultivos, la economía de pequeños agricultores y favorecer las estrategias de combate al cambio climático, pero, falta voluntad política.