El tema de la violencia de género se ha convertido en un asunto de la agenda nacional, teniendo como premisa que se considera violencia de género aquella que se ejerce por los hombres contra las mujeres. Aunque a veces basta con que una de las partes se sienta ofendida, sin parámetros claros o mediciones, hecho que complica la impartición de justicia. En política, es común arremeter en contra de los “adversarios”, pero puede confundirse este concepto. ¿Hasta qué punto es un cartón político?, ¿cuando se vuelve violencia de género?

La violencia política de género consiste en una acción u omisión dirigida a una mujer, por el hecho de ser mujer, que obstaculiza o anula el reconocimiento, goce y/o ejercicio de sus derechos político-electorales o en el ejercicio de su encargo.

Según el INE (Instituto Nacional Electoral), la violencia política contra las mujeres puede incluir, entre otras, violencia física, psicológica, simbólica, sexual, patrimonial, económica o feminicida.

Hay que tener en cuenta que una campaña política o campaña electoral se busca influir en la decisión de un proceso en un grupo o en contra del movimiento contrario o personaje.

En ese sentido, en México suelen utilizarse este tipo de recursos o esfuerzos para atacar ideologías o favorecer las propias, como es el caso de la conferencia mañanera del presidente.

En el ambiente político, es de sabios y colmilludos aprovechar los contextos para lanzar ataques en contra de los adversarios, pero estos se dificultan cuando se trata de una persona que también aplica estrategias para desvirtuar los mensajes. En este sentido se agudiza la situación cuando se trata de personas de la comunidad LGBT+, mujeres, personas de la tercera edad, o de alguna comunidad indígena.

A veces por el hecho de pertenecer a algún sector que ha sido atacado históricamente, se vuelve fácil el “victimizarse” para las personas que pertenecen a estos grupos, por lo que puede confundirse el mensaje político con uno de odio, racismo, homofobia, machista u otros.

La disputa entre la senadora Xóchitl Gálvez y el presidente Andrés Manuel López Obrador escaló luego de varias referencias del mandatario hacia la panista desde sus conferencias matutinas, por lo que Gálvez lo denunció ante el Instituto Nacional Electoral por presunta violencia política de género.

Según la denuncia, dichas menciones “reproducen patrones y estándares históricos que “colocan a la mujer por debajo de los intereses y estrategias de los hombres”.

En otro tema, aunque va de la mano, la queja abarcó también lo referido a que Gálvez supuestamente es “la representante de la “oligarquía”, hecho “minimiza mi trayectoria, resultados y trabajo y me coloca como un objeto manipulado por el patriarcado”, en argumentación de Gálvez.

Su imagen de mujer simple (aparentemente sin lujos), que viste huipil y anda en bicicleta, originaria de un pueblo de Hidalgo y con raíces indígenas, generó una rápida respuesta positiva, principalmente en redes sociales.

Según la ONU (Organización de las Naciones Unidas), la discriminación ocurre cuando se le trata de manera menos favorable en comparación con otros o si se lo acosa por la forma en como se ve, de dónde viene, lo que cree o por otras razones.

Recordando que, según la ley: “No se permitirán discriminaciones fundadas en raza, sexo, credo, condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona”.

Pero, volvemos a lo mismo, y personalmente creo que la sátira política es una excelente crítica, una cualidad aleccionadora que se mezcla con el humor, convirtiéndose en un extraordinario instrumento de comunicación.

Critica la realidad política con la que no se concuerda, y las creaciones satíricas resultan opiniones parciales y resoluciones sórdidas que son expuestas de forma vehemente.

Es común que el objeto satírico resulte ser todo aquello que, por una u otra causa, termine siendo representativo del inconsciente colectivo. Por tanto, la sátira tiene por objeto la difusión informativa y el propósito crítico, para lo cual utilizarán diversas y complementarias herramientas persuasivas, asemejándose a los ya conocidos cartones que ridiculizan a los personajes de la vida política con el fin de destacar sus errores o puntos criticables, de la mando de la intensificación de los procesos significativos de descalificación de la política oficial, lo cual es lo propio del discurso político, del discurso polémico.