El Centro Cultural Elena Garro fue el lugar de la cita con el caricaturista de La Jornada y Chamuco.
El Fisgón externó que la historia de la derecha mexicana está contada con «mentiras completas y verdades a medias», por lo que con este libro intenta contar cómo es en realidad el origen e historia de este grupo.
La tarde caía lenta en el Centro Cultural Elena Garro, como esperando la llegada de Rafael Barajas (mejor conocido como el Fisgón), quien llegó puntual a la cita para presentar en esta zona de Coyoacán su más reciente creación: Breve historia de una derecha muy chueca. Un material que seduce desde el título y hace suponer que se posicionará como una lectura obligada de cara a las próximas elecciones.
El Fisgón entró a paso veloz al Salón de usos múltiples donde ya lo esperaba un público ávido de escuchar, de su voz, el discurso de presentación. Fiel a su sentido del humor, y para dejar bien en claro que la derecha muy chueca sería el tema de la velada, el monero aseguró que este libro sí es real, no como otros que solo existen en la imaginación de quienes los presumen a nivel nacional.
Aseverando que los personajes de la derecha no son tan pulcros y correctos como lo cree mucha gente, así arrancó el encuentro. Para demostrar esto, el Fisgón citó anécdotas e historias de personajes como los fundadores del PAN: Gómez Morín, Preciado Hernández, González Luna, Calderón Vega (a quien de primera recordó como el papá de Felipe), quienes no son los demócratas ejemplares que dijeron ser. Además, advirtió que estos personajes gastaron millones de pesos del presupuesto de cultura para filmar la película Cristiada, con el propósito de enaltecer el movimiento cristero y hacer creer que se trataba de un movimiento popular.

Con el correr de los primeros minutos la presentación se convirtió en una charla entre amigos que el Fisgón protagonizaba por ser el camarada que contaba las historias.
El caricaturista recordó esa peculiar historia del origen ideológico de la derecha y la izquierda. Fue en 1789, en Francia, durante la Asamblea Nacional Constituyente posterior a la revolución francesa. Quienes defendían la influencia absoluta del rey se sentaron a la derecha del recinto, mientras que quienes optaban por una soberanía nacional se situaron a la izquierda. Desde ese momento quedaron definido cómo se identificarían los intereses que defiende cada grupo político.
Rafael soltó un dato sobre la derecha muy chueca que es poco conocido que no por esta característica deja de ser llamativo: el PAN se fundó en 1939, «coincidentemente» el mismo año que se estableció el franquismo en España, cuando se fundaron muchos partidos fascistas en el mundo.
Otra característica de esta fuerza política son sus orígenes en ideologías de la antigua nobleza en la Edad Media y el vínculo fuertemente apegado a la Iglesia, institución que desde la época de la colonia ha tenido una fuerte influencia en la vida de lo que hoy se conoce como México, contó el Fisgón, quien tuvo a bien señalar que no todos los curas son conservadores y reaccionarios; son muchas las corrientes que convergen en la Iglesia, precisó.

Además, este libro nos cuenta (aludiendo a Los nazis en México de Juan Alberto Cedillo) qué personajes de la derecha mexicana fundaron el primer cártel de la droga en nuestro país, el cual se ideó con el propósito de enviar droga a Estados Unidos (con intereses nazis de por medio). En este mismo sentido, también se habla de cómo la actriz Hilda Krüger, amante de Joseph Goebbels, llegó a México para convertirse en la amante de algunos personajes de la política mexicana.
Son un montón de historias (curiosas y fascinantes) las que integran la Breve historia de una derecha muy chueca. El Fisgón se encargó de plasmarlas y contarlas con sus caricaturas altamente bañadas por ese sentido del humor que disfrutamos de forma continua en sus publicaciones.
Entre la armonía, el buen humor y las historias el tiempo pareció sufrir una descompensación mientras conocíamos de primera voz este libro. Salimos del Centro Cultural Elena Garro y, si bien teníamos la impresión de que solo habían pasado unos minutos, fueron casi dos horas y la noche ya nos esperaba.
El cielo oscurecido era el síntoma inequívoco de que la Luna se asomó a Coyoacán para enterarse del lado oscuro de la derecha muy chueca que hasta ahora, para muchos, se mantenía oculto en un rincón.
Por: Gustavo Andrade C.
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