«La madame» estrenará en cines el próximo viernes 15 de junio.
La película es una comedia romántica bastante sutil pero efectiva, pues nos demuestra que aunque el amor no tiene límites, a veces dos personas no están hechas para estar juntas por más que se amen.
A menudo, el cine suele presentarnos historias en donde la vida de los personajes es perfecta, donde a pesar de los problemas y sin importar cuáles sean las dificultades, al término de la película todo habrá salido bien; más aún, pues también están aquellas cintas en las que el eje principal es el amor; ese sentimiento capaz de vencer todos los obstáculos e incluso sobreponer cualquier barrera –ya sea económica, social o cultural- con tal de unir a dos personas. Ejemplo de ello es «La madame» (Madame, 2017), de la directora Amanda Sthers, una divertida comedia romántica que nos demostrará que en este mundo no hay nada más fuerte que el amor… ¿o sí?
Anne (Toni Collette) y Bob (Harvey Keitel) son un matrimonio estadounidense que ha decidido radicar en París, donde deciden llevar a cabo una cena en la que se reunirá la alta sociedad. Sin embargo, cuando Steven (Tom Hughes), hijo del primer matrimonio de Bob decide asistir a la fiesta, la noche da un giro inesperado, pues ahora serán 13 los invitados en lugar de 12. Para evitar que la mala suerte que se le adjudica a este número llegue al hogar, Anne le pedirá a su sirvienta María (Rossy de Palma) que se haga pasar por una rica española y se siente con ellos a la mesa, encontrando así la manera de solucionar sus problemas; al menos hasta que David (Michael Smiley), un marchante de arte inglés, caiga rendido a los pies de la empleada doméstica…o al menos de su personaje durante la cena. Ahora, el matrimonio hará lo posible porque este romance no se lleve a cabo.
Desde un principio la película es una completa y sutil comedia muy bien lograda, pues no es una de esas cintas que mediante situaciones forzadas tratan de sacar una sonrisa al espectador, sino que todo el drama de «La madame» ocurre de una forma tan natural que las risas simplemente brotan espontáneamente al ver la forma tan cómica en que se presentan los problemas para los protagonistas. Esto se debe principalmente a las interpretaciones de Toni Collette, Harvey Keitel y, en mayor medida, de Rossy de Palma; pues en sus personajes encontramos desde el anciano que ha encontrado una nueva razón para vivir gracias a un nuevo amorío; hasta la vida de una mujer madura y cansada del matrimonio, por supuesto, sin olvidarnos de la sirvienta que ha conseguido el sueño: enamorarse y ser correspondida por un hombre que la ama por lo que es sin importarle su posición social ni mucho menos su físico.
Sin embargo, los problemas para estas tres personas comenzarán cuando María y David se enamoren, un hecho que dos personas de la alta sociedad como Anne y Bob no pueden permitir, pues ni imaginarse las habladurías de la demás gente si se llegara a saber que su sirvienta estaría a punto de casarse con un importante y millonario hombre. Debido a ello es que el matrimonio se meterá en diversas situaciones con tal de separarlos, mismas situaciones que culminarán en momentos por demás chuscos con los que el espectador disfrutará de gran manera está comedia.
Sin embargo, las cosas se saldrán todavía más de control cuando Anne, que a pesar de su edad continúa siendo una mujer bastante atractiva, se siente pisoteada cuando se da cuenta que hasta una mujer como María tiene más éxito en el amor y la pasión que ella. Esto ocasionará que genere cierto odio hacia la sirvienta, arrepintiéndose de haberle dado el poder y la seguridad que ella misma le otorgó al invitarla a cenar con ellos.
Es por esto que el personaje de Toni Collette también realizará una serie de maquinaciones que la convertirán en la villana de la cinta, aunque serán sus mismas acciones las que le den más fuerza a María para salir adelante, aunque quizá el final de su historia no es lo que ambas habrían deseado.
En resumen, «La madame» es una comedia romántica totalmente recomendable, en la que el espectador disfrutará de un delicado producto con el que seguramente pasará una gran hora y media de risas.
Israel Yerena
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