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Grandes columnas de humo que adornan el cielo de nuestro país son precedidas en muchas ocasiones de decenas de detonaciones de juegos pirotécnicos. Tultepec, municipio del Estado de México, está presente en el imaginario colectivo de muchos de nosotros por los polvorines que se suceden en este lugar que es conocido como la capital de la pirotecnia.

Sin embargo, ahora la imagen de una frondosa columna de humo sobre los domicilios se dio poco más de 40 kilómetros al sur de la entidad mexiquense. Fue en Chimalhuacán, otro de los 125 municipios del estado, en donde la tarde de ayer dos locales de un tianguis dedicado a la venta de juegos pirotécnicos hicieron explosión.

Los primeros reportes de las autoridades locales no daban lesionados ni muertos afortunadamente. Pero cuestionémonos por qué se dan tantos siniestros como estos. Si bien la naturaleza de este oficio es riesgosa debe existir algo más por lo que abundan estos incidentes.

Y no nos referimos a los errores y descuidos humanos. No a un intruso e inoportuno encendedor o cigarro, sino a lo que va más allá y compete a los gobernantes. Porque, cabe referir, la pirotecnia (para quien no lo sepa) está regulada en México. La Ley federal de Pirotecnia dicta los lineamientos por los que deben regirse aquellos que hacen de la pirotecnia su modo de vida.

Según la legislación, la Secretaría de la defensa nacional (Sedena) es la encargada de expedir los permisos para el manejo de este tipo de materiales. Incluso, en uno de los artículos de la referida ley se establecen penas de hasta diez años de cárcel para aquellos comerciantes que no comprueben la procedencia legal de su mercancía.

Desafortunadamente vivimos en un país en el que la ley es laxa y/o aplicable para algunos y permite ciertas concesiones. O, mejor dicho, vivimos en un país en donde los encargados de hacer valer la ley son laxos y permiten violaciones a lo estipulado en la Constitución. Es menester del gobierno federal (como máximo responsable) depurar los mecanismos de concesiones y permisos en este mercado que es cuestión de vida o muerte.

No es condenar la pirotecnia, habremos quienes le encontramos atracción, no por algo en el mencionado Tultepec se acaba de realizar la feria de la Pirotecnia con la participación de gente especializada de países como Costa Rica, Chile y Alemania. Es simplemente exigir la correcta certificación y control de lago que pone en riesgo a gente inocente.

 

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