Por Blanca E. Cortés
En las últimas semanas, el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro ha tenido «lamentables» fallas, tanto en sus servicios como en su infraestructura, lo cual ha provocado inconformidad en sus usuarios y caos en las instalaciones de dicho transporte.
Un claro ejemplo es la Línea 7 del metro, que ha presentado hace ya unos días, desde fallas hasta «huelgas» de conductores, lo que ha provocado que la «hora pico» se convierta en más que un infierno.
Es curioso cómo habían dado a conocer que dicha línea naranja, la cual corre de la estación Barranca del Muerto a El Rosario, contaría con acceso gratuito a internet y con algunas remodelaciones. Pero, ¿por qué no piensan en lo que realmente les importa a los usuarios? Si lo que ellos siempre piden es un servicio eficiente, ya que en diversos horarios se ven afectados al doblar el tiempo de traslado para llegar a sus destinos. Tienen dinero para invertir en tecnología, pero no para dar mantenimiento.
Es interesante, y hasta en cierta parte chistoso, pensar que todas las «fallas» se puedan convertir en un pretexto para seguir incrementando el precio de transporte, visto que en 2013 aumentaron la tarifa de 3 a 5 pesos con el pretexto de dar mantenimiento y ofrecer mejor servicio, sin embargo, hoy en día los resultados no son claros.
Por lo cual, las declaraciones actuales dejan mucho que desear, pues sustentan que en los últimos cinco años, el Metro ha resentido la falta de mantenimiento correcto de casi 20 años a las instalaciones: vías, equipos eléctricos y pistas de rodamiento, con lo que, de igual manera, justificaron la falla del día lunes, la cual supuestamente se debió a una grieta eléctrica en la barra guía del tren, provocada por el calor extremo.
Los diversos medios de comunicación hemos estado difundiendo los varios colapsos que ha tenido este servicio, por lo que los funcionarios del Metro no se han cansado de quejarse y señalar que se necesitan más recursos para darle mantenimiento (que supuestamente se haría en 2013) por ser un sistema muy viejo que tiene 50 años y no se han reforzado las instalaciones de vías y eléctricas. Así que, probablemente, no tardarán en aventarnos el «bombazo de que ‹por causas de fuerza mayor› se tendrá que aumentar el precio para que otra vez, ‹funcione como debe ser›», no obstante, no hay que olvidar que la reciente Línea 12 presentó problemas a meses de su inauguración, por lo que, quizá, no sean ni la antigüedad, ni el mantenimiento los inconvenientes, sino la administración.
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