Desde hace 24 años, se instituyó el 3 de mayo como el Día Internacional de la Libertad de Prensa, no como una fecha de festejo y celebración, sino como un día dedicado a evaluar la situación de esta libertad fundamental en el mundo.
Al respecto, es interesante analizar, ¿qué tan evaluada está la situación realmente? Si vivimos en un país donde la libertad de expresión es escasa y tratan de ocultar la verdad, matando a periodistas, basta con recordar que el mes de marzo estuvo lleno de asesinatos a sangre fría en varios estados de México, entre los que resaltó Veracruz.
Es necesario destacar que no solo este día debe ser la ocasión para informar a los ciudadanos acerca de las violaciones a la libertad de prensa y para recordarles que en México y en decenas de países del mundo las publicaciones son censuradas, multadas, suspendidas o anuladas, al tiempo de que las y los periodistas, tanto mujeres como hombres, son acosados, atacados, detenidos o incluso asesinados.
No hay que olvidar que es una fecha para fomentar y desarrollar iniciativas en favor de la libertad de prensa y evaluar el estado de este derecho (ya escaso) en el mundo.
En el Marco del Día Internacional de la Libertad de Prensa, esperemos que los diversos asesinatos ocurridos desde 2000 a la fecha, en los que han muerto alrededor de 123 periodistas ―de acuerdo con los datos de la CNDH―, sirvan como recordatorio a los gobiernos de que es imprescindible que lleven a cabo su compromiso de asegurar la libertad de prensa, y que los profesionales de los medios de comunicación reflexionen sobre la ética y su labor de difundir, objetivamente, verdades y hechos actuales.
Este día no es solo asunto de los periodistas, comunicólogos o dueños de medios de comunicación, sino de toda la sociedad mexicana y del mundo, que debe comenzar a proponer y generar cambios que modifiquen el contexto; y que no se vuelvan a esconder las verdades incómodas tras la violencia, para que las próximas generaciones vivan una situación mejor.
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