El ataúd fue comprado en 2017 por 4 mdd.
«El museo fue víctima de fraude y, sin saberlo, participó en el comercio ilegal de antigüedades».
Cuando se visita un museo se sobreentiende que las piezas exhibidas fueron adquiridas de forma legal, sin embargo, existen casos particulares en los que alguna pieza no procede de un proveedor confiable. Ese es el caso de un sarcófago que se exhibía en el Museo Metropolitano de Arte (Met) de Nueva York.
Resulta que la oficina del fiscal de Manhattan, distrito donde se ubica el Met, dio a conocer que cuando el museo neoyorkino adquirió el ataúd en julio de 2017, le fue vendido mediante documentos falsos; entre los papeles de la adquisición se incluye una licencia de exportación emitida en 1971 por las autoridades egipcias, la cual también es apócrifa.
El sarcófago en forma de momia y bañado en oro data del siglo I a. C y fue conseguido por el Met a través de un vendedor de arte de París; el museo de Nueva York le pagó cuatro millones de dólares al sujeto por hacerse de la reliquia originaria de Egipto. El recinto cultural dio a conocer que un aproximado de medio millón de personas apreció esta pieza, que se convirtió en la principal atracción de una exposición montada en julio del año pasado. La pieza tiene inscrito el nombre de Nedjemankh, sacerdote de alto rango del dios Herysherf de Herakleopolis, que se encuentra representado con un cráneo.
Daniel Weiss, director general del Met, señaló al respecto: «Después de enterarnos de que el museo fue víctima de fraude y, sin saberlo, participó en el comercio ilegal de antigüedades, trabajamos con la oficina del fiscal del distrito para su devolución a Egipto».
El representante del recinto neoyorkino externó se disculpó con Khaled El-Enany, Ministro de Antigüedades del país africano, y con el pueblo egipcio por el incidente presentado. Además, aseguró que el Met «considerará todos los recursos disponibles para recuperar el precio de compra pagado por el ataúd». Weiss advirtió que han asumido el compromiso de «hacer justicia» y cómo puede servir esta experiencia para »ayudar a disuadir los delitos futuros contra los bienes culturales».
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