Tras una larga trayectoria, Guillermo del Toro y Gary Oldman al fin obtuvieron sus Oscares.
Aunque no fueron sus obras cumbres, tanto el director mexicano como el actor inglés fueron premiados con los máximos galardones.
El pasado domingo se llevó a cabo la 90 entrega de los premios Oscar, misma que estuvo llena de sorpresas de principio a fin, especialmente por tres galardones que, desde hace años, se veían venir pero nunca llegaban: Mejor Director y Mejor Película para Guillermo del Toro; y Mejor Actor para el legendario Gary Oldman.
En cuanto a Oldman, este año fue nominado en dicha categoría por su interpretación de Winston Churchill en Darkest Hour, compitiendo por el Oscar contra Daniel Day-Lewis (Phantom Thread), Daniel Kaluuya (Get Out!) Timothée Chalamet (Call me by your name) y Denzel Washington (Roman J. Israel, Esqu.).
Como era de esperar en cada interpretación de Gary Oldman, en esta ocasión –y a pesar de estar bajo kilos de maquillaje- su participación fue por demás grata, aunque por desgracia no llega a niveles en los que se le ha visto anteriormente, tales como en su vampiresca actuación en Drácula, o su insoportable pero carismático temperamento en Léon al darle vida a Norman Stansfield -quien ha sido catalogado como uno de los mejores villanos del séptimo arte-, además claro, del maligno Mason Verger en Hannibal.
En todos estos papeles el actor demostró ser poseedor de grandes dotes actorales, echándose al bolsillo a prácticamente cualquier cinéfilo. Sin embargo, en esta ocasión su papel como Churchill no fue, lo que se dice, precisamente grandiosa. Incluso hubo quienes daban por perdido su Oscar frente al tres veces ganador de este premio, Daniel Day-Lewis, quien también realizó un magnifico papel. Ahora, no es que se demerite la actuación de Oldman, pero a comparación de sus papeles anteriores podría decirse que quedó corta, así que valdría la pena preguntarse si el merecido –y debido desde hace años- galardón se le otorgó por esta actual cinta o por la mera nostalgia a su longeva y fantástica trayectoria.
Respecto a Guillermo del Toro, es indiscutible su merecido Oscar a Mejor Director, sin embargo, en cuanto a Mejor Película se refiere es un asunto totalmente diferente, ya que si bien «The Shape of Water» es una obra maestra contemporánea de lo romántico y lo fantástico (independientemente de toda la controversia respecto a sus supuestos plagios), es una historia que, al menos en cuanto a guion y narrativa se refiere, queda por debajo de Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, la que para muchos era la gran triunfadora de la noche.
Asimismo, Del Toro se viene recuperando de sus dos cintas anteriores, ya que tanto la emocionante Pacific Rim como la inestable The Crimson Peak fueron películas que lo alejaron demasiado de los productos a los que nos tiene acostumbrado, dejando demasiado de lado la narrativa tan oscura con la que nos enamoró desde Cronos y El laberinto del Fauno, siendo esta última la obra con la que en verdad merecía ser bañado en el oro del Oscar.
De esta forma, Del Toro fue premiado con gran éxito y merecimiento como Mejor Director, aunque quizá sea mejor tomar su Oscar a Mejor Película como un reconocimiento tardío a su carrera.
De cualquier forma y sea o no que tanto el buen «Gordo» como Oldman fueran acreedores a sus Oscares, no queda duda que son premios que se les debían desde años atrás, así que digamos que si bien no fue con estas películas con las que debieron reconocerlos, al fin se ha hecho justicia con estas dos grandes figuras del celuloide. Bravo.
Israel Yerena
HOY NOVEDADES/LIBRE OPINIÓN