A tres años de la muerte del escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) aún es mucho lo que se puede escribir del Premio Nobel de Literatura 1982, por ejemplo, que era un sobreviviente que pasó 22 años dando la mayor de sus batallas, la que sostuvo en silencio contra el cáncer.
De ello da cuenta Darío Arizmendi en su libro “Gabo no contado”, publicado por Aguilar a los pocos meses de la muerte del autor, en el que hace un retrato íntimo de su colega y amigo, compartiendo momentos vividos dentro de su primer círculo de amistades.
En esa suma de crónicas, entrevistas, notas personales, fotografías inéditas y recuerdos de Arizmendi, se lee que el escritor, periodista y guionista de cine no le tenía miedo a la muerte sino, según sus propias palabras, a la inconciencia y a la oscuridad.
Decía, por ejemplo, que su miedo a volar era como la de Woody Allen, debido a que el vuelo no dependía de él, sino de las habilidades de un tercero, o al capricho del tiempo, en concreto, decía, a lo que le temía era a la incertidumbre.
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