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Una reclusa trans, condenada a cadena perpetua por haber asesinado a su compañero de celda al estrangularlo con los cordones de los zapatos, exige que los guardias de la prisión la traten como bebé, lo que incluye ponerle pañales, comer papillas y darle la mano para salir y entrar a su celda.

El centro penitenciario no cuenta con un protocolo para tratar a las presas que deciden ser “bebés”, pero al parecer está “considerando debidamente” la solicitud por “razones de derechos humanos”.

Lo que es más, la interna ya recibió un chupón, pues aunque algunos opinan que sólo busca llamar la atención, “las prisiones modernas están muy atentas a los derechos humanos y a las implicaciones legales que arrojan, así que se le está prestando la debida atención”, explicó una fuente interna.

Sophie Eastwood, de 36 años, está encerrada en la prisión de Polmont, en Falkirk, Escocia, por haber asesinado a Paul Algie, de 22 años, en 2004.

En ese entonces su nombre era Daniel y tenía 18 años cuando fue encerrado en un instituto para jóvenes delincuentes por conducción peligrosa. A un mes de cumplir su condena asesinó a su compañero.

Aunque en un inicio Daniel dijo ser gay, en 2016 se declaró trans y comenzó la transición hacia Sophie.

Aunque cumplió su condena mínima de 15 años de prisión en 2019, las autoridades no consideran liberarla, pues el Servicio Penitenciario Escocés señaló que es una presa “difícil, manipuladora” y que se niega a “seguir las reglas” o a rehabilitarse.

Eastwood toma bloqueadores de testosterona y está en cárceles de mujeres desde 2018.

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