El robo de combustible de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) es uno de los principales negocios del crimen organizado, se extiende por buena parte del país, pero tiene su epicentro en Puebla. Según organismos de inteligencia federales, dicho delito deja a los grupos criminales utilidades de unos mil 600 millones de pesos mensuales, sólo en ese estado.
Esa actividad delictiva se ha convertido en una de las principales fuentes de financiamiento de la delincuencia organizada que cuenta, además y, en este caso, con la participación de grupos sociales importantes como cómplices.
En el poliducto Minatitlán-México, que tiene 592 kilómetros de largo, de los cuales 154 cruzan por el estado de Puebla, en los municipios de Quecholac, Acatzingo, Tepeaca, Acajete, Tecamachalco y Palmar de Bravo, donde se han detectado cuatro mil 441 tomas clandestinas. En dicha zona conocida como el Triángulo Rojo, existen localidades completas viven exclusivamente de esa actividad.
Sólo en el último año se han presentado en la zona, 23 enfrentamientos con los pobladores: doce con militares, dos con la Policía Federal y ocho con elementos de seguridad de Pemex cuando se ha intentado cerrar las tomas clandestinas, incautar el combustible robado y detener a los responsables.
A los delincuentes, además de tener detrás de ellos fuertes cadenas de corrupción y comercialización; la gente del Triángulo Rojo los apoya, porque los han convencido de que tienen derecho a quedarse con el contenido de los ductos, ya que éstos pasan por sus tierras.
Además de ser una actividad delictiva, pone en riesgo la seguridad de las personas, porque con regularidad esas tomas clandestinas generan accidentes, como el ocurrido ayer en la localidad de Progreso de Juárez, en el municipio de Acatzingo, el mismo lugar donde, apenas el 7 de marzo pasado, hubo una explosión en otra toma.
HOY NOVEDADES / PUEBLA