Algunas ocasiones lo bueno que hay en esta vida suele durar un poco menos de lo nos gustaría que durase, y en el caso de la música esta cuestión se ha presentado en más de una ocasión, para muestra basta recordar al llamado “club de los 27”, integrado por músicos exitosos como Jim Morrisson, líder de la banda “The Doors”; la cantante inglesa Amy Winehouse; Kurt Cobain, el vocalista de “Nirvana”, el legendario guitarrista Jimmy Hendrix y la también talentosa Janis Joplin, todos ellos fallecidos a tres años de cumplir los treinta.
La madrugada del jueves 18 de mayo de 2017 pasó algo muy similar, Chris Cornell, cantante y líder de la banda estadounidense “Audioslave” abandonó este mundo a la edad de 52 años tras quitarse la vida en la ciudad de Detroit, mientras se encontraba de gira con la agrupación musical “Soundgarden”, así lo comunicó su representante Briam Bumbey, quien agregó que la dicha serie de conciertos inició el pasado mes de abril.
La noticia del repentino e inesperado fallecimiento del cantante me sorprendió la mañana del jueves cuando me dirigía hacia la redacción del diario donde laboro, sobre todo porque él es quien cantaba mi canción favorita de toda la vida, me refiero a “Like a Stone”, la cual, cabe mencionar, no hay semana que no escuche e incluso es la melodía con la que suena mi teléfono celular al recibir una llamada.
Mi historia con dicha canción se remonta a 2004, cuando estudiaba el último año de secundaria, bien recuerdo que eran vacaciones por la semana santa, cuando un domingo acompañé a mi madre al supermercado para realizar las compras de la semana, caminaba por un pasillo curioseando entre los videojuegos cuando escuché por vez primera el solo de guitarra de la canción.
Traté entonces de memorizar al menos una estrofa para después buscar la canción, pasaron los días y ese solo de guitarra seguía sonando en mi cabeza, así como la parte de la letra que recordaba: “In your house, a long to be, room by room patiently”, cuando un día, después de clases fui a visitar a un amigo y le comenté acerca de ello y afortunadamente él tenía un disco homólogo de la banda, cuya pista número cinco era la que yo buscaba.
Mi “pana” me regaló el disco, desde entonces esa se convirtió en mi canción preferida , misma que años después fue la única canción que aprendí a tocar en guitarra acústica (obviamente sin el solo, siempre me pareció hermoso pero complicado para ejecutarlo), por ello es que despido así a quien la interpretaba y quien también a principios de la década de los años noventa tuvo una fusión con Pearl Jam para formar la banda “Temple of the Dog”.
BALDEMAR FLORES
HOY NOVEDADES / EDITORIAL