El pasado fin de semana se presentó el guitarrista Rubén Joelson en el Festival Alonso Ortiz Tirado en el Pueblo Mágico de Álamos.
El músico presentó piezas de música antigua que en su origen ni siquiera fue escrita para guitarra. Son transcripciones para su instrumento de diez cuerdas que él mismo ha hecho de obras para clavecín, flauta, viola bastarda, de autores como François de Couperin, Marin Marais, Jean-Philippe Rameau, Jacques Hotteterre, Monsieur de Sainte-Colombe, Jean-Henri d’Anglebert, Antoine Forqueray y Élisabeth Jacquet de La Guerre. Todos ellos autores, ejecutantes al servicio, alguna vez, de Luis XIV. De tal modo que lo que conoció el público hace unos días en el Museo Costumbrista de Sonora, no fue sólo una música lejana en el tiempo y una ejecución precisa del instrumento, conocieron, sobre todo, un profundo trabajo de investigación.
De acuerdo con Joelson aquella tarde, le entregó a la gente de Álamos, una versión, lo más verdadera posible, de la música que deleitaba al Rey Sol.
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