La cultura de lo ofensivo, un arma de doble filo
Piden ministro de cultura por criticar el pasado; actriz hetero es linchada virtualmente por interpretar a mujer bisexual.
Hoy en día, en una época donde el mundo se esfuerza por ser lo más políticamente correcto posible, y donde los sarcásticos e irónicos deben caminar con cuidado por un terreno lleno de minas que pueden desatar una explosión de ira, cada vez es más difícil poder expresar puntos de vista que no caigan en lo intolerante y lo ofensivo. Sin embargo, debido a esto también se ha llegado a extremos en los que la inclusión, el respeto y la indiscriminación han llegado a un grado que resulta por demás absurdo por cuanto más forzado e hipócrita se mira.
Un ejemplo de ello se suscitó hace unos días en Chile, cuando Mauricio Rojas, exministro de Cultura de ese país, renunció luego de recibir varios reproches por haber criticado al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, el cual recuerda a las miles de víctimas que dejó la dictadura de Pinochet.
Todo parece indicar que, hace algunos años, el exministro ―quien apenas había sido elegido para ese cargo el pasado jueves― escribió un libro en el que expresaba su descontento por la creación de dicho museo, pues aseguraba que, más que honrar a las víctimas, era un montaje que solo buscaba impactar en vez de razonar.
Al parecer lo que Rojas olvida es que la historia no es tierna ni dulce, mucho menos cuando poder, gobierno y un absoluto autoritarismo se unen, por lo que en diversas ocasiones ―por no decir la mayoría de ellas― una mirada al pasado puede ser tan cruda que, si bien parece exagerada, no por ello deja de ser real; así que, aunque cueste admitirlo, a veces es necesario que los recuerdos sangren para poder razonar sobre ese dolor. Por otro lado, el presidente chileno, Sebastián Piñera, aseguró que aunque está de acuerdo con que aquellos que exigieron la renuncia del exministro tienen todo el derecho de hacerlo, también aseguró que no apoya la postura de aquellos que buscan imponer una verdad, así como la intolerancia y el respeto hacia la libertad de expresión de aquellos que no tienen los mismos puntos de vista.
Sin embargo, hoy en día cada vez es más común encontrarse con una gran parte de la sociedad que bajo el amparo de la libertad de expresión y, más aún, de lo políticamente correcto, lo único que logran es demostrar su total intolerancia, confundiendo el respeto con lo absurdo. Muestra de ello es el reciente caso de Ruby Rose, una actriz de 32 años de edad que acaba de ser fichada como la nueva Batwoman (la compañera de Batman), un personaje de cómic que en la ficción es una mujer judía y lesbiana (elementos suficientes para incendiar cualquier alma «tolerante»).
Tras este anuncio, una gran cantidad de fanáticos mostraron su descontento con esta decisión exponiendo razones bastante cuerdas y lógicas del porqué Rose no es la indicada para el papel. En primer lugar, uno de sus puntos fue que la actriz no es lesbiana, por lo cual no tiene el derecho de interpretar a una mujer homosexual; en segundo lugar mencionaron que Batwoman es judía, una religión que Ruby no profesa, así que tampoco es justo que una no judía interprete este papel. Totalmente lógico.
Lo más curioso es que, según se informó, una parte de estos comentarios provenían de personas con gustos homosexuales, quienes pedían que el papel sea interpretado por alguna actriz lesbiana bajo el argumento de que vivimos una época en la que la inclusión es necesaria, al parecer, mediante la exclusión. Claro, suena lógico para mí…tan lógico como que el vocalista mexicano de la banda mexicana Pastilla le haya deseado a los mexicanos la muerte por el simple hecho de ser mexicanos. Tiene sentido, ¿no?
Por Israel Yerena