El ex líder estudiantil Luis González de Alba adelantó, con su pluma, las manecillas del reloj que lo conducirían indudablemente a una muerte inevitable; el 2 de agosto de 2016 escribió «Podemos adivinar el futuro», exactamente un mes antes de terminar con su vida.
El periodista, escritor y columnista nos dejó en claro que sí, se puede adivinar el futuro, por ello, aventuramos la pluma hacia lo que sucederá el próximo lunes 9 de marzo.
Ante los odios sordos de muchos —millones en realidad— veremos en las primeras horas de la mañana cómo la luz gana una batalla más a la oscuridad e ilumina a los municipios con mayor número de feminicidios en el país: primero Veracruz y luego (tras unos minutos) el Estado de México.
Los primeros rayos revelarán la pobreza al oriente de la Ciudad de México y su frontera con los municipios de Nezahualcóyotl y Chalco, pasará por Xochimilco y Tláhuac, donde en las últimas semanas ocurrió uno de los casos más atroces en contra de una niña de siete años; más tarde iluminará la metrópoli entera y revelará una multitud de mujeres exigiendo justicia bajo el asta bandera situada frente a Palacio Nacional.
Pero no serán las únicas, otro grupo (de mujeres) más estará, como todos los días sirviendo a los amos del dinero, incrédulas del arma que las apunta y las tiene en la mira, ajenas a un problema que se niegan —quizá por temor— a revelar como suyo; un tercer sector, estas en casa, aprovechará el #UnDíaSinMujeres para faltar, descansar, protestar o esconderse en sus hogares de la violencia de género que en estos días parece más visible en el país, aunque lleve años sucediendo bajo la mirada ciega de varios gobernantes.
Por desgracia, el resguardo del zócalo capitalino, oficinas y hogares no será suficiente para detener la masacre. Cuando el astro patrono de los antiguos mexicanos vuelva a su batalla eterna con la oscuridad, más de 10 mujeres serán asesinadas en México.
Una vez más habrá lágrimas, angustia, desesperación y un peregrinaje que jamás terminará, pues no hay madre que se resista a no saber dónde está su hija. A la mañana siguiente, desde el pedestal de la presidencia, se pedirá dejar de ser malos, cuidar a las mujeres y respetar el movimiento feminista, siempre y cuando no pinten las paredes del Palacio.
Irónicamente, Luis González de Alba terminó su columna con una frase del poema de José Gorostiza (Muerte sin fin): «Ven por mí! ¡Anda, cabroncito del color canela, anda, vámonos al diablo!», siendo precisamente eso, una muerte sin fin, la que atañe a las mujeres este 10 de marzo en México.
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