Tan Chacales somos…
La Sedena y Semar han sido llamadas a comparecer a la Cámara de Diputados; se busca un mando civil.
Eficiencia. f. Capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado.
El presidente Andrés Manuel López Obrador solo espera que el Congreso admita constitucionalmente la creación de un cuerpo que será conformado por policías militares, policías marinos y policías federales, que, en su proyecto, se espera, cuenten con métodos de actuación especiales y esenciales para salvaguardar la integridad de la ciudadanía, tema que, por supuesto, le urge, dado los índices delictivos durante sus primeros 15 días como jefe del Ejecutivo.
La delincuencia, tal y como lo hicieron ver algunos legisladores de la oposición en un periodo de sesiones la semana pasada, ha escalado a niveles que pasan por encima de los establecidos por Felipe Calderón ―iniciador de la guerra contra el narco― y por los de Enrique Peña Nieto.
La poca prudencia con la que se conduce AMLO es, en cierta medida, la razón por la que se están viviendo tiempos violentos. La baja guardia que se produce por depender de una estrategia de combate a la seguridad (la Guardia Nacional) ha provocado que no se piense en un plan alternativo. ¿Qué pasaría si el Congreso decide dar marcha atrás a este plan de seguridad?
Hasta ahora Alfonso Durazo ha dicho que, sin Guardia, el Ejército dejará de hacerse cargo de la seguridad y regresará a los cuarteles, ¿y luego? Pues sí, y luego nada. El Legislativo requiere únicamente de un voto favorable de Morena y aliados para echar a andar esta estrategia, pero dista mucho de ser un método fehaciente para acabar poco a poco con la situación de violencia que permea al país desde el 2006.
Aunque la Guardia se implemente, la violencia podría continuar y esa no es una situación que AMLO haya previsto. Si este sistema de seguridad es tan eficiente como el tabasqueño lo prevé, se estará golpeando a grupos delictivos que, de por sí, causaban muerte y desamparo en nuestro país. Esto, a su vez, traerá consigo una nueva ola de violencia, consecuencia de la posibilidad de perder territorio ganado con balas y sangre.
En 2010, a cuatro años del inicio de la guerra contra el narco y dos antes del inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto, había varios estados en disputa de grupos organizados como el Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, Los Zetas, Cártel de Juárez, Cártel de Tijuana, Los Beltrán-Leyva y La Familia Michoacana.
En 2017 ya había rupturas y, por consecuencia, grupos más especializados en la búsqueda de expandir sus horizontes: Cártel de Jalisco Nueva Generación, Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, Los Zetas, Cártel de Juárez, Cártel de Tijuana, Los Beltrán-Leyva y la Transición de La Familia Michoacana a Los Caballeros Templarios. A estos, se suman los creados en la capital mexicana: La Unión Tepito y el Cártel de Tláhuac.
Muchos de los cárteles de la droga heredados de manera transexenal son también algunos de los más sangrientos y, esa misma, es razón suficiente para pensar en una estrategia de seguridad que no dependa de la Guardia Nacional. El cinismo y la hipocresía partidista poco sirven, no basta ya hablar de números, sino pensar en soluciones.
Por César J.G.
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