«¿ACTUAMOS COMO CINÉFILOS O COMO LO QUE SOMOS?» Foto: MoreliaFilmFest

El escritor argentino Julio Cortázar señaló alguna vez que: «En literatura no hay temas buenos ni temas maloshay tan sólo temas bien o mal tratados». Sin embargo, esta frase no debería ser exclusiva de la literatura, pues también abarca otros medios o plataformas.

Los lenguajes en los que, a mi parecer, es más complejo materializar las ideas son la literatura, la radio y, sobre todo, el cine.

Constantemente, vemos a los cineastas como entes llenos de sabiduría y creatividad, y no es para menos, ya que su visión y perspectiva de la realidad debe ser minuciosamente estructurada como para poderla plasmar a través de una cámara, y transformar la cotidianidad en planos, escenas y secuencias.

Desde hace unos años, se cree que el cine en México carece de buenas temáticas. No obstante, este no es el único conflicto contra el que se enfrenta el séptimo arte mexicano, no sólo a nivel internacional, sino que es también hay un espectro que agrava la situación y condición de la industria y esta otra cuestión es, hasta cierto punto, el malinchismo.

Si a mí me regalaran una película mexicana cada que escuche a una persona asegurar que no le gusta el cine mexicano, sea por la razón que sea, seguramente mi videoteca sería tan grande como la del crítico de cine y maestro del CUEC, Jorge Ayala Blanco.

En alguna ocasión, escuché a una joven, al salir de la Cineteca Nacional, echando pestes contra Alonso Ruiz-Palacios por haber filmado su película Güeros (2015) en blanco y negro. También, hace ya más de 5 años, escuché decir a uno de mis tios que fue al cine para ver Crónicas de un desayuno (2000), pero abandonó la sala, a 10 minutos de empezada la película, porque él «va al cine a divertirse y no a ver la crudeza» de las situaciones que ahí se nos presentan. En otro momento, al entrar a un local de películas cerca del metro Salto del Agua, tomé Post Tenebras Lux (2012), la admiré ya que consideraba a éste, como un filme difícil de encontrar; ante ello, el dueño del local dijo a uno de sus ayudantes: «Esa película está bien viajada, ¿ya la viste?».

¿Es acaso que buscamos el mínimo pretexto para hacer menos la poca industria cinematográfica de nuestro país?, ¿estamos ya acostumbrados y condicionados a los ritmos de las películas estadounidenses? o ¿será algo similar a lo que, en algún momento, lo dijo Pedro Meyer respecto a la fotografía, «hoy todos somos fotógrafos, pero con una cultura visual escasa?», estas preguntas corresponden a tres factores clave para comprender nuestras dudas ante el séptimo arte mexicano».

A mi parecer, el trasfondo está en las tres situaciones. Sí cabría preguntar a quien reniega del cine mexicano, ¿por qué no le gusta? Esta pregunta podría desatar respuestas referentes a por qué prefiere que su súper héroe sea Iron Man o Spiderman en lugar del Santo o el Santos (vs la Tetona Mendoza). Quizás prefiere las inverosímiles historias gringas a las representaciones y reinterpretaciones sociales del cine mexicano (¿negamos a nuestra sociedad?).

No tomaré el factor industria mexicana vs industria hollywoodense, porque a estas alturas del partido resulta absurdo. Sin embargo, sí diré que en el duopolio cinematográfico nacional, de 8 películas, 7 de ellas son gringas y la que es mexicana, es un intento de gente de televisión por hacer reír a su audiencia, pero en una televisionsota, lo cual, suena mal, pero se ve peor.

Este último factor, con el cual bien podría hacerse una analogía con la frase de Pedro Meyer, pues «hoy todos vemos cine, pero con una cultura cinematográfica escasa», va de la mano con las dos situaciones anteriores, ya que nuestra capacidad para buscar y entender o dar interpretaciones más allá de las normales en el cine, es tan nula como nuestra tendencia a ser autocríticos.

Y es así que el cine se vuelve élite.

César J.G.

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