«Quédense en su fuck… casa».

«Quédense en su fuck… casa».

El mensaje del Gobierno mexicano para combatir al Covid-19 en su segunda fase es claro: «Quédense en casa». Sin embargo, esta no es una opción viable para cientos, miles y millones de mexicanos que a diario persiguen el pan y con ello arriesgan no solo su vida, sino —vaya bola de inconscientes— también la de todos aquellos que desde hace ya varias semanas se encuentran en cuarentena.

Para esos mexicanos no existen dos caras de la moneda; se trata de águila o águila, pues si no salen a trabajar no comerán: «Si no nos mata el virus, nos matará el hambre», son algunos de sus «tontos argumentos» para exponer a todo un país a una crisis que ya comienza a ser palpable en las grandes urbes de la nación.

Mientras se escribe este texto, es muy probable que el número de muertos haya superado ya las 100 personas, algo que satisfacerá a esa oposición que día a día ha pedido que no se engañe con las cifras oficiales y que tanto muertos como contagiados sean más: «En España —dicen— ya son más de 13 mil», «En Canadá hay más de ocho mil contagios». Les urge la muerte para revitalizar sus partidos políticos, pues para ellos sí existen dos caras de la moneda; ganar o perder la presidencia, como ya vimos, duele y perturba demasiado, y nadie, absolutamente nadie, termina contento.

Regresando a esos mexicanos que no tienen de otra, lamentamos —no con poco horror— recordar que esta situación no terminará pronto, por lo que la ya de por sí  golpeada economía mexicana sufrirá aún más, dejando en manos de la sociedad —«Dios nos agarre confesados—» la oportunidad para salir avante hacia un futuro mejor.

Es difícil creer que la sociedad mexicana se pondrá de acuerdo para hacer frente a lo que se viene, sobre todo cuando las disputas siguen siendo entre clases, clanes y adoradores, que no ven un fin común, sino un beneficio que no afecte sus bolsillos, sus empresas, sus trabajos o su México.

No es de sorprender que los diversos estratos sociales del país estén en una disputa a muerte (tal vez sea esta más pronta de lo que creen) por hacer entender a los otros que ellos tienen la razón, que con sus incoherencias ponen en peligro al país, a sus intereses, a sus familias; mientras los otros, sigan pensando qué comerán hoy, si aún tienen trabajo o si de milagro, podrán esquivar al virus mientras deambulan por un país lleno, aunque aún no lo sepan, de infectados.

HOY NOVEDADES/EN BOGA