«América para los americanos», reza una frase. Y sí, esto es así, sin embargo, lo que no está explícito en estas palabras es que América solo es EU, dejando a latinos y demás americanos fuera; sin mencionar, claro, a la comunidad afroamericana.
No es un secreto que la sociedad norteamericana es una de las más racistas ―incluso podría ser la principal― a nivel mundial. Un claro ejemplo de ello es la viva imagen de su presidente Donald Trump, quien, prácticamente, llegó a la Casa Blanca mediante discursos de odio y amenazas a todos aquellos de piel morena, amarilla o de cualquier otro color que no estuviera acorde con sus ideales.
Lo raro es que, mientras EU es un país que siempre trata de mostrarse como el padre comprensivo, la madre amorosa o el policía bueno en la sala de interrogatorios, su sociedad muy difícilmente logra ocultar el odio y el racismo que se tiene hacía las llamadas «minorías», pues, desde que se forjó la primera piedra americana (o estadounidense, mejor dicho), se les ha inculcado la idea de supremacía ante cualquier otra raza.
Así, siendo EU una nación que se jacta de ser tolerante, inclusiva, respetuosa y noble, parece ser que la mayor contradicción que le pudo ocurrir al país es que Trump haya llegado a la presidencia, pues al parecer todos aquellos mensajes racistas, clasistas e incluso absurdos que el ahora mandatario usó para llegar a donde está, no se trataban solo de discursos de odio, sino de palabras y pensamientos que la mayoría de los estadounidenses se morían por expresar, pero no se atrevían a gritar.
Sin embargo, más contradictorio ahora resulta el hecho de que el mismo Trump se pronuncia contra el racismo y asegura que la sociedad americana (la estadounidense, mejor dicho, otra vez) no es para nada racista ni hater.
Lo anterior es debido a los lamentables sucesos del sábado pasado, donde, en una manifestación de supremacistas blancos, neonazis y miembros del Ku Klux Klan ―sí, todavía existen―, hubo un enfrentamiento con grupos opositores. Fue así que, entre todo el odio generado en esa manifestación, un automovilista arrolló a 20 personas, dejando 19 lesionados y una mujer muerta.
Sin embargo, Trump no salió a comentar nada de esto sino hasta el día de ayer, en cuyo discurso mencionó que «El racismo es el mal» y que «los que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes a todo lo que queremos como estadunidenses».
Asimismo, en el Twitter de la Casa Blanca, el presidente escribió: «No importa el color de piel, credo, religión o partido político, PRIMERO SOMOS ESTADOUNIDENSES».
No obstante, esto lo dice un hombre que se refirió a los mexicanos como violadores y a los musulmanes en general como terroristas, aunque no es raro que ahora se pronuncie contra el racismo, pues este comienza a aflorar cada vez más en los americanos (o estadounidenses, mejor dicho, una vez más) y entonces, solo por ese hecho, el racismo ahora sí es un problema, pues ya no se trata de americano vs (norte) americano, sino estadounidense vs estadounidense.