La plaza del ajolote
Anaya: Engañoso/ Meade: Dormido/ López: Presidente

La plaza del ajolote

Cerca del abismo…

I

El buen orador

Cuando el flamante, joven y hábil con la palabra, presidente panista Ricardo Anaya comenzó a ganar terreno y protagonismo en los medios de comunicación, pensamos que se trataba de un efecto causado por su buen actuar desde la presidencia del blanquiazul. Su partido, el mismo de Fox y Calderón, ya gobernaba 12 entidades federativas y el rebautizado Ricky Riquín anhelaba competir por la grande.

Anaya inutilizó a sus posibles contendientes internos: uno a uno fueron bajándose o les bajaron sus intenciones para buscar una candidatura presidencial. Unos con buenos acuerdos, como Rafael Moreno Valle y la candidatura de su esposa a la gubernatura de Puebla; otros más como Ernesto Ruffo, lo hicieron mediante el diálogo directo con Ricardo; mientras que su verdadera contrincante, Margarita Zavala, fue ignorada y recluida a las filas del PAN que nadie podía mirar. Todo aquel que se atreviera a cuestionar a Anaya, estaba fuera.

Ya sin trabas en su carrera a los Pinos, Ricardito pecó de malvado y engañoso. Inició por apropiarse de propuestas ya escuchadas, en su mayoría por su acérrimo rival, López Obrador, a quien después atacó constantemente, a la par que intentaba esquivar las ofensivas priistas que buscaban arrebatarle unos cuantos puntos porcentuales. Sin embargo, Anaya destacó por lo impreciso de sus acusaciones, con números utilizados a modo para marcar una tendencia a su favor, el queretano pagó muy cara su osadía, pues el rebote de sus engañosas palabras lo mantuvo enclavado entre los 20 y 25 puntos porcentuales (de acuerdo con todas las encuestas serias).

II

Los grandes dinosaurios

La apuesta de que un «ciudadano» preocupado y preparado se hiciera cargo de llevar la bandera priista con miras a la carrera presidencial no terminó de cuajar. A José Antonio Meade, no lo dejaron o no quiso desprenderse del peso que representan noventa años de historia priista: con todos sus dinosaurios y sus estrategias bien aprendidas.

El partido más corrupto en la historia de México creyó que la «intachable» imagen de Pepe Toño ayudaría a limpiar su imagen frente a los ojos del pueblo mexicano. No fue así. Meade tuvo la oportunidad (muchas en realidad) para castigar a los malos priistas, desde las secretarías que encabezó y en la propia campaña electoral, los mexicanos esperaban que cuestionara la administración peñista, que se lanzara contra la corrupción y castigara los escándalos del sexenio.

Nada de lo anterior sucedió, Meade y su equipo de campaña continúan apostando por la maquinaria pesada del PRI, la compra de votos, la desaparición de casillas —aunque esto último puede ser causado por cualquiera— y los ataques directos contra el puntero y su proyecto de nación: lo que otros llamarían guerra sucia, en el PRI siempre será estrategia política.

Aunado a ello, Pepe Toño nunca despertó, jamás se comportó como quien busca ser el líder de un proyecto nacional, se escudó bajo el siempre sucio manto de corrupción institucional del PRI, defendió lo hecho por las administraciones pasadas, en las que participó, y confió en el rumbo que está llevando el país. A veces tuvo ligeros reflejos involuntarios y quiso atacar las fallas en el sexenio de Peña Nieto, pero los dinosaurios priistas son fuertes, longevos  y difíciles de extinguir.

III

Tatiana presidenta

Desde el inicio del proceso electoral (la última), la mejor decisión del tres veces aspirante fue la elección de Tatiana Clouthier como su coordinadora de campaña, desde ese momento, el señor López, como un viejo dinosaurio quiso llamarlo, no abandonó jamás su imagen como el próximo presidente de México —aconsejado, pienso, por la misma hija del legendario Manuel Clouthier—.

Obrador no solo se creyó capaz de ganar la presidencia, sino que actuó como tal, sabía que todas las encuestas estaban a su favor y desde su equipo de campaña la apuesta era clara: ganar la presidencia y conseguir que los demás candidatos de Morena se apoyaran en la imagen de AMLO para crecer. Apostaron a un México «renovado», con un proyecto de nación encabezado por el  mesías dos veces perdedor.

Así, López se aprendió una sola frase y la repitió hasta el cansancio «Yo no soy corrupto como ustedes, me pueden llamar «peje», pero no lagarto». Su máxima fue el combate a la evidente corrupción institucional, mientras sus voceros, coordinadores y equipo en general, comandados por Clouthier, se despedazaban en los medios defendiendo y reacomodando el discurso diario del líder moral de Morena.

Sin la imagen seria, audaz y ágil de Tatiana, sobre todo a través de las redes sociales, la campaña sería otra, el mismo Obrador sería diferente, los sabuesos estarían a la caza de algunos puntos para arañar la cima. Pero la realidad es distinta, nunca tuvieron oportunidad de acercarse, desde el campamento del morenista se construyó un muro (ahora que están de moda) impenetrable, una barrera que el PRIAN no fue capaz de sortear.

IV

Cerca del abismo

Se acabaron las campañas y comienza la veda electoral, nadie puede hacerse daño, ni promoverse. A los candidatos solo les queda esperar los resultados y acatar la voluntad del pueblo (y esperemos que así sea). Sin embargo, lejos de certezas, México enfrentará un nuevo ciclo de seis años con un presidente, sea quien sea, que más de la mitad de los connacionales no aprueba.

Quien resulte ganador de los comicios presidenciales enfrentará un México sumido en inseguridad, corrupción, violencia, impunidad y con severos problemas económicos, pero además lo hará desde cero y deberá convencer a los millones que no votaron por él de que hará bien las cosas, mientras los inconformes le reclamarán, lo acusarán y lo pondrán en la mira de las armas cargadas con dos siglos de historia partidista: desde los tiempos de los partidos Liberal y Conservador en la primera mitad del siglo XIX.

Por si esto no fuera demasiado, los mexicanos pueden recibir la noticia de quién será su próximo presidente a la par que lloran la eliminación del Tri del Mundial. Como sea, los tiempos venideros para el pueblo mexicano no pintan bien, al menos en el futuro cercano, muchos sufrirán y millones se sentirán derrotados. Cuando se termine la euforia mundialista y cese el proceso electoral, México caerá en un abismo de incertidumbre.

Por: Ernesto Jiménez

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