Los fines de semana, muchas personas toman transporte privado para regresar de lugares lejanos a su domicilio, es por ello que servicios como Uber y Cabify han aumentado estrepitosamente su popularidad; la facilidad para pedirlos y para pagar, así como la comodidad y seguridad son factores que han lanzado como cohete a estas apps, entre los habitantes del área metropolitana.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, y para ello nos tenemos que remontar al Estado de México, junto con un conductor que, por factores de seguridad, será llamado «Fabián», quien como algunos de sus compañeros, fue víctima de la delincuencia al manejar uno de estos vehículos.
«¡Ah!, vamos a Ecatepec. Ni hablar, tendremos que ir con cuidado», me dice Fabián luego de que pidiera el servicio desde la zona occidente del Estado de México, casi con sus límites con la CDMX, cerca del metro Cuatro Caminos.
En lo que nos acercamos al destino, el conductor realizó la charla usual ―y la que varios choferes de Uber me han hecho― «Es que a Ecatepec ya muchos no quieren ir porque ya nos traen de encargo [ y ] …Si lo toma muy seguido, no pida pool, porque luego se sube la rata».
Luego que le comenté que los mismos comentarios me habían hecho al menos tres conductores, Fabián comenzó a contar su historia, una que vivió en carne propia y con la cual pudo haber terminado, como muchas otras personas que a diario pierden la vida en uno de los municipios más violentos del país, sin embargo, no contaron con el escaparate para relatar cómo fueron víctimas de la delincuencia.
«Una vez fui a recoger un servicio cerca del centro de Ecatepec, se subieron cuatro tipos… y me pidieron que los subiera a la zona del cerro cerca de allí, cuando más adelante uno de ellos me apuntó con una pistola y los de atrás comenzaron a pegarme… me querían quitar el coche, no puse resistencia y se los entregué», indicó Fabián mientras ingresaba a los límites de la Gustavo A. Madero con el municipio en cuestión.
Al hacer énfasis sobre el porqué lo golpearon si no se resistió al asalto, el conductor aseveró: «Iban dispuestos a matar, les dije que allí estaban las llaves del coche, que ya no me hicieran nada, pero siguieron golpeándome, me amarraron las manos y los pies con mis agujetas y me aventaron a la parte trasera del auto para golpearme a puño limpio entre los tres».
Aseguró que los asaltantes parecían tener ya un modus operandi: piden el servicio (ya sea particular o pool) desde un celular que fue previamente robado y cuente con el servicio activado; a la llegada del uber, amagan al conductor y a los pasajeros (cuando interceptan al automóvil) para despojarlos de todo lo que lleven consigo.
«De la golpiza que me estaban dando, sentí que me iba a quedar inconsciente en cualquier momento, tanta fue mi desesperación que hasta les pedí que si me iban a matar, que lo hicieran ya y me dejaran de torturar», aseguró el conductor que llevaba algunos meses con su vehículo.
El conductor declaró que alcanzó a golpear a uno de los tres sujetos, dejándolo inconsciente por lo que lo aventaron del vehículo en movimiento, dejándolo con severas lesiones que requirieron de cuidados en un hospital por casi un mes.
Tiempo después y gracias a la aseguradora, lograron dar con el vehículo y con los perpetradores del asalto, por lo que solicitaron la intervención de la procuraduría que, en lugar de detener a los inculpados, presionó a los denunciantes para que señalaran al jefe del grupo delictivo ―el cual no iba a bordo del vehículo ese día―, con el propósito de sentenciarlo a él y solamente a él.
Al final, Fabián regresó a la vida de conductor, pero las secuelas mentales aún persisten: compartió que un día un conocido lo tomó por detrás para sorprenderlo y sintió que se le iba de nuevo la vida. Este es el pesar de todas las victimas de la inseguridad no solo en Ecatepec, o el Estado de México, sino en todo el país que se encuentra inmerso en una ola de violencia.
Por Cristóbal W.
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