LA BALACERA EN PLAYA DEL CARMEN Y LA INDIFERENCIA NACIONAL
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En Playa del Carmen, Quintana Roo, se realizaba, como desde hace 10 años, el festival de música electrónica BPM, el cual celebraba su décima y última jornada de la edición 2017.

Cerca de las 2:30 horas, a las afueras del bar Blue Parrot, se escucharon detonaciones de arma de fuego, lo que provocó el pánico de los clientes del mencionado bar y de los presentes de otros locales cercanos, que se encontraban disfrutando de las delicias que ofrece el Caribe mexicano.

Miguel Ángel Pech Cen, fiscal de Quintana Roo, señaló, en rueda de prensa llevada a cabo cerca de las 10 de la mañana del día lunes, que de acuerdo con las indagaciones, una persona, el atacante, quiso ingresar al festival BPM,  pero los elementos de seguridad, al percatarse de que el sujeto iba armado, desenfundaron sus armas de fuego, lo que resultó en las 5 personas que perdieron la vida, dos de ellas, guardias de seguridad del evento.

El funcionario estatal señaló, tajantemente, que no se trató de un ataque terrorista, como se especuló en redes sociales, pero dejó abierta la posibilidad de que el móvil del ataque haya sido una disputa por la plaza o el cobro de piso; teniendo en cuenta que la zona es frecuentada por turistas, en su mayoría extranjeros, por lo que mantener el dominio del lugar resultaría en un jugoso ingreso para cualquier grupo delictivo.

Muy lamentable todo, las autoridades siguen haciendo su trabajo con el objetivo de deslindar responsabilidades.

Después de la tragedia, ha sucedido un fenómeno que no puede pasarse por alto. La falta de interés que muestra la sociedad mexicana ante los disturbios y tragedias locales; claro está, en contraste con el impacto mediático y el eco que se registra cuando eventos similares ocurren en otras latitudes.

Las redes sociales son una plataforma en la que básicamente se expresan los sentimientos e ideas que se tienen en ese momento, y de algunos años a la fecha, son un lienzo en el que se hace sentir el pesar cuando una tragedia, como la ocurrida en México la madrugada del lunes, se presenta, pero esta vez no se ha demostrado ninguna postura ante el desgraciado suceso.

En 2016, un ataque en Pulse, antro de Orlando, Florida, fue perpetrado por un hombre, partidario del Estado Islámico. Cuando la noticia llegó al mundo, tanto medios de comunicación, como millones de personas, de todas partes del mundo, mostraron su solidaridad de distintas maneras: «posteando» mensajes de apoyo a las víctimas. Declarando su repudio contra la violencia. Llamando a prender veladoras y a hacer una vigilia en memoria de los casi 50 fallecidos.

Es cierto, el número de víctimas en Playa del Carmen es mucho menor, pero son vidas humanas, tan valiosas como las otras.

En noviembre de 2015, Francia fue víctima nuevamente de un atentado terrorista perpetrado por ISIS, en el que fallecieron 137 personas, y de igual manera, las muestras de solidaridad no se hicieron esperar: #PrayforFrance y #ParisAttacks, se volvieron tendencia en Twitter, Facebook, Instagram y en muchas otras redes sociales de menor consumo.

A nadie le importa lo que sucede en Siria, en Palestina, en Honduras, en Corea del Norte, en la devastada África o en México, ni siquiera a los propios mexicanos; tal vez el país está tan molesto con la llegada de Trump al poder o muy indignado por el gasolinazo, que ya no le queda impotencia que mostrar ante las muertes de un puñado de extranjeros en el país, porque tan acostumbrados a lo malo y a la violencia nos tienen, que la noticia es cuando las cosas suceden fuera de aquí.

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