Otra vez Michoacán luce su contexto sangriento
Al menos 14 muertos en menos de 48 horas en Michoacán exhiben la incompetencia de las fuerzas del Estado para combatir a los criminales.
Mientras se alistan los últimos preparativos —un año después— de la actual administración respecto a su estrategia de seguridad, la violencia y el crimen organizado tienen en sus manos varias de las plazas más redituables para el narcotráfico mexicano.
Michoacán fue un nuevo escenario de enfrentamientos entre fuerzas del Estado y civiles armados con arsenal exclusivo del Ejército, dejando como saldo 14 personas muertas en menos de 48 horas, entre los fallecidos se encuentra un policía de investigación.
De inmediato se habló de un —otro— operativo fallido, similar al de Culiacán, para detener al Camaleón, presunto líder de los sicarios de la región y quien —afirmaron las primeras versiones— habría huido durante el enfrentamiento.
Aunque la versión del presunto operativo fue descartada por la Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General de Justicia de Michoacán, la violencia y respuesta de los grupos criminales ante las fuerzas del orden quedaron de manifiesto.
Tal vez no fueron los sucesos en Culiacán los que detonaron el actuar de los criminales, no obstante, sí quedaron en evidencia las carencias que enfrenta la actual estrategia de seguridad para hacer frente a grupos delictivos que llevan años mandando en sus territorio.
Si bien, la 4T no es en sí la principal responsable de que cárteles, sicarios y narcotraficantes se hayan apoderado de gran parte del territorio nacional, sí están obligados a refrendar el camino y entregar mejores resultados. Los casos como los de Culiacán, Sinaloa, y Tepito, en la Ciudad de México, exhiben un deterioro en el poderes Judicial, mientras el Ejecutivo sigue haciendo gala de un lenguaje ajeno a los criminales, «Abrazos no balazos».
HOY NOVEDADES/EN BOGA