Julio Scherer Ibarra, consejero jurídico de AMLO, e hijo de uno de los periodistas más importantes e íntegros que ha tenido México, tuvo un serio resbalón que, si se piensa bien, tiene un trasfondo mucho más macabro de lo que parece.
Resulta que en entrevista con Carmen Aristegui, Ibarra dijo que «hay que taparle la boca a los reporteros» para que no hagan preguntas que puedan afectar al presidente de México.
Y aunque no hay que sacar la frase de contexto debido a que Scherer la dijo refiriéndose únicamente a la veda electoral, es decir, a evitar que las respuestas del presidente sean tomadas como promoción política, lo cierto es que el dicho podría aplicarse a cualquier momento de la administración de López Obrador.
¿Por qué? Porque sin importar el contexto, cualquier pregunta que se le haga a Obrador, cualquier dato, reportaje, nota u opinión periodística que hable mínimamente mal de su Gobierno, siempre será tomada por AMLO no sólo como un ataque directo hacía su persona, sino también como simples mentiras.
Es decir, para Obrador no importa cuántas fuentes fidedignas, datos concretos o pruebas verídicas se le presenten en contra de su administración, él siempre tendrá la única respuesta «correcta» para todo: «Yo tengo otros datos».
Así, no hace falta que Scherer Ibarra ni nadie más pida que se les tape la boca a los reporteros, pues el mismo presidente ya se ha encargado de callar la boca de cualquier periodista.
Claro, en este caso no hace falta la censura explícita por parte de AMLO, sino que su actitud simplona y descarada para desprestigiar cualquier tipo de información que no le convenga, es ya suficiente censura al frustrar cualquier tipo de voz periodística.
HOY NOVEDADES/EN BOGA